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A pesar de las reiterados reclamos de la ciudadanía de mejora de la vida institucional, expresados...
en compulsas de opinión, en cartas a los diarios y a través de los más diversos medios, gran parte de la clase política, parece no recibir el mensaje.
Desde el Gobierno se sigue promoviendo la política de confrontación y presiones sobre políticos, empresas, Justicia y medios de difusión, lo cual incluye agresiones físicas como las realizadas por funcionarios en Papel Prensa o el INDEC. Todo esto configura un ambiente de crispación que atenta contra la convivencia política y la certidumbre en la economía.
Pero la mayor parte del arco opositor no ofrece alternativas superadoras que permitan reencauzar la vida institucional hacia un sendero más constructivo. El cachetazo de la diputada Graciela Camaño al diputado Carlos Kunkel, un hecho lamentable en sí mismo, puede leerse como el choque entre de la sostenida conducta agresiva del oficialismo, con la impotencia de la oposición.
En la sesión del miércoles pasado, la diputada Camaño, jefa de la Comisión de Asuntos Constitucionales, se acercó al diputado kirchnerista Carlos Kunkel y le propinó una bofetada. Según la legisladora, su conducta fue una reacción a reiteradas agresiones verbales de Kunkel. Pero el hecho sucedió, además, en un clima ya enrarecido por la discusión sobre el Presupuesto y las denuncias opositoras sobre presiones e intentos de soborno que funcionarios del Gobierno habrían realizado sobre legisladores de la oposición.
El Gobierno presentó al Congreso un proyecto de Presupuesto para el año próximo que contiene graves distorsiones en las estimaciones macroeconómicas, como previsiones de crecimiento, ingresos públicos e inflación mucho menores que las esperadas, cuyo objetivo es proporcionarle fondos extraordinarios que podría manejar arbitrariamente en el año electoral. El kirchnerismo decidió no negociar los términos del Proyecto y buscar su aprobación sin cambios.
Gran parte de la oposición manifestó su rechazo a la iniciativa, pero, en una de las sesiones de Diputados, se produjo una ausencia de varios legisladores de la oposición que favoreció al oficialismo. Luego, legisladores de la oposición denunciaron haber recibido presiones y hasta ofrecimientos de favores por parte de funcionarios del Gobierno para que lo aprobaran, configurando un nuevo escándalo parlamentario que afecta la imagen de la institución ante la ciudadanía.
Finalmente el Proyecto no se aprobó, una parte de la oposición reclamó el llamado a sesiones extraordinarias para seguir discutiendo el tema, pero la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, negó tal posibilidad. Así, el Gobierno logró atribuir a la oposición la falta de aprobación del Presupuesto, victimizarse y, por otra parte, asegurarse para el año que viene ingentes fondos públicos.
Se abrió por lo tanto la puerta a un nuevo período de utilización de recursos del Estado como instrumentos de campaña electoral, por encima de las prioridades de la sociedad, de las necesidades de la economía y de las decisiones de los representantes de la ciudadanía.
Todo configura, en suma, un nuevo paso de degradación institucional de la cual es responsable, en primer lugar, el oficialismo que la promueve, pero también compete a las fuerzas opositoras ofrecer respuestas efectivas a esta política mediante acuerdos o programas aglutinantes.
Fuente: clarin.com
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