Presupuesto participativo: Perfeccionamiento de la elección colectiva
La práctica presupuestaria gubernamental es a la vez un instrumento para incrementar la eficiencia / eficacia del uso de los recursos públicos y una forma de garantizar el control del ingreso y gasto público por parte del Poder Legislativo. Una técnica bastante difundida en la actualidad para la gestión de las finanzas públicas es el Presupuesto Programa que consiste en una forma de organizar las previsiones y controles de ejecución presupuestaria capaz de enlazar entre sí los planes de gobierno y los recursos para implementarlos. El paso del Presupuesto tradicional (que no permitía más que un control contable) al Presupuesto Programa representó una conquista de los poderes públicos rumbo al mejoramiento técnico del proceso presupuestario. A su vez, el Presupuesto Democrático (que permite mayor injerencia del Poder Legislativo) representó un mejoramiento político: la planificación pasa a tomar en cuenta las aspiraciones, evaluaciones y visiones de un grupo más amplio de actores (concejales, diputados, también elegidos).
El Presupuesto Participativo significa avanzar un paso más en el sentido del perfeccionamiento político. En él, no son sólo los legisladores quienes participan en las decisiones sobre finanzas y políticas públicas: en una población organizada, la sociedad civil asume un papel activo; pasa a ser agente y no mero paciente. Se produce una radicalización democrática. En esa transformación, la democracia pasa a ser encarada no sólo como medio para alcanzar el objetivo de una mejor asignación de recursos, sino también como fin en sí mismo. En el escenario en que transcurre la disputa por los escasos recursos públicos, los ciudadanos ejercen su derecho y su deber de participación en la definición de los rumbos de la acción de gobierno. La práctica continuada de la cogestión lleva a que, por un lado, el gobierno vaya abandonando paulatinamente la tentación de imponer siempre su punto de vista, y, por otro lado, la población va adquiriendo una visión de conjunto sobre la escasez de recursos y sobre la infinidad de demandas que se le presentan al gobierno. Una nueva idea sobre el modo de gobernar comienza a disputar la hegemonía con la visión tradicional, de un gobierno legitimado exclusivamente por el voto y por el uso de la buena técnica.
El Presupuesto Participativo no implica el abandono de las metodologías del Presupuesto Programa o del Presupuesto Democrático. Sólo es incompatible con el presupuesto tradicional. Para adoptar el Presupuesto Participativo es necesario que se utilicen las técnicas del Presupuesto Programa, a fin de que el lenguaje de los fines aunados a los medios, configurando planes viables, sirva de base para las decisiones y evaluaciones. Tampoco existen motivos para abandonar la contribución que ofrece el Presupuesto Democrático al permitir una mayor participación del Poder Legislativo sobre las decisiones que involucran una definición de fuentes y usos de los recursos. Los representantes del Poder Legislativo y de la comunidad y sectores organizados deben interactuar en el proceso.
Es en este sentido que tal vez el Presupuesto Participativo pueda resultar un ingrediente capaz de perfeccionar la visión que se tiene hasta hoy sobre la intervención gubernamental. Gran parte de las imperfecciones del proceso decisorio que conduce a la elección colectiva, ya mencionadas, pueden reducirse mediante la participación popular organizada en ese proceso.