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domingo, 9 de septiembre de 2012
Se acentúan los síntomas de autoritarismo en el Gobierno
Entre ser amada o ser temida, Cristina aspira a que la quieran, pero se siente más segura si le tienen miedo . Es un clásico de la conducta de los gobernantes, porque ser amado depende de la voluntad de los demás y en cambio ser temido no depende de nadie más que de uno mismo. En verdad, la Presidenta y sus escuderos más fieles han hecho del temor al castigo una expresión nítida de su política . Las admoniciones presidenciales están preñadas de advertencias a aquéllos que critican su gestión. Pero no sólo son advertencias: son el prólogo de acciones concretas.
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