Por Florencia Teresita Daura*
Hemos visto con asombro en los Juegos Olímpicos de la Juventud lo que muchos adolescentes, de entre 14 y 18 años, son capaces de hacer y lograr: viajar -para algunos- al fin del mundo; obtener un lugar en el podio; enfrentar una multiplicidad de desafíos; compartir con otros el éxito y el fracaso; esforzarse por lograr sueños que tal vez se plantearon hace años; proponerse nuevos objetivos cada vez más desafiantes con los que más que competir con otros, muestran el deseo de luchar contra sí mismos.