La comunidad toba Daviaxaiquí, en Derqui, Gran Buenos Aires, quiere que sus hijos conozcan su historia: que no pierdan su lengua y sus costumbres después del éxodo obligado que los barrió del Chaco.
Para ello acaban de abrir la primera biblioteca qom del conurbano, para registrar las tradiciones orales y así salvar su lengua. Leyendas y cantos de un pueblo arrasado.
En la esquina de una habitación del centro comunitario del Barrio Toba de Derqui, en el Gran Buenos Aires, reposan cerca de mil libros y cuatro computadoras. Es la semilla de la biblioteca Qomllalaqpi, primera de su tipo en toda la provincia. El proyecto, financiado con fondos obtenidos por la Fundación Desde América, busca recopilar las diferentes expresiones de la cultura toba: su música, sus técnicas artesanales, sus leyendas y los relatos del éxodo que emprendieron desde el Chaco. En ese mismo salón comunal, Ana Medrano y otras mujeres de la comunidad dictan talleres de qom, la lengua toba. "Yo crecí en el Chaco, junto al río y comiendo frutas de los árboles", cuenta Medrano. Y sueña: "Quiero que mis hijos sepan mi historia, que no pierdan su lengua y sus costumbres".
Tienen un problema: hay muy poca documentación de la cultura toba, y en especial de las comunidades toba que salieron del Chaco. Los jóvenes conocen su lengua cada vez menos y peligran las tradiciones, que se transmiten de manera oral. "Si uno de los ancianos de la comunidad muere es como si se incendiara una biblioteca", explica Daniel Canosa, el bibliotecólogo que dirige el proyecto en su tiempo libre. "Si todo lo que sabe ese anciano no se guarda, no se graba, no se archiva, se pierde para siempre", agrega Canosa.
Eso es precisamente lo que propone la biblioteca: registrar la tradición oral toba como manera de salvaguardar su lengua y proteger su transmisión las generaciones más jóvenes. Para ello, también piensan instalar en un cuarto contiguo a la biblioteca la que será la primera radio bilingüe qom-español de Buenos Aires, un proyecto para el que actualmente buscan ayuda.
Roque López, uno de los guardianes de la biblioteca, lo explicita así: "Tener una radio ha sido mi ilusión desde que salimos del Chaco. La necesitamos para contar nuestras costumbres, leyendas y cantos". Y todos los proyectos apuntan a los chicos, a las nuevas generaciones. "Si no hacemos esto, no tendrán más remedio que imaginarse un futuro sin tener registro de su pasado", dice Canosa quien imagina la radio como el punto de encuentro de la comunidad.
Para apuntalar este proyecto y tomar ideas, Canosa visitó las tres bibliotecas indígenas más conocidas de la Argentina: en la comunidad toba de Rosario, en la mapuche de Río Negro y otra en el Chaco, que recoge material en toba, mocoví y wichí. Su idea es realizar entrevistas con aquellos "libros vivientes" de la comunidad que tengan conocimiento de un tema relevante o dominen alguna técnica específica.
Por ejemplo, hay que contar la historia de Mauricio Maidana, que toca el n'viqué, un tradicional violín de lata cuya única cuerda está hecha con cerda de caballo. O la de Valentín Morales, un anciano de 85 años con infinitas anécdotas de su infancia cortando caña en el Chaco.
Ese material está siendo grabado en CDs o casetes, que serán catalogados y entregados a la biblioteca. Así, la radio puede difundir el material grabado y la biblioteca podrá convertirse en el punto de encuentro toba en la provincia. "Me encantaría que en el Chaco pudieran llegar a escucharnos", añade sonriendo López.
Mientras buscan libros, nuevo material de archivo, una antena para la radio y los equipos necesarios, siguen trabajando. "Algún día un niño nacido en Derqui podrá saber cómo hicieron el viaje desde el Chaco sus padres o abuelos, qué tuvieron que hacer para sobrevivir, para que su cultura resistiera," dice Canosa.
Fuente: clarìn.com-revista Ñ
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