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El narcotráfico es una lacra que crece día tras día. Negar su existencia o cruzarnos de brazos sólo multiplicará la indefensión.
Resulta ilusorio hablarle de libertades o de derechos humanos a quien vive permanentemente con miedo, frente al salvajismo que caracteriza hoy a la delincuencia en vastas zonas del país, y mucho más a quienes son víctimas del tráfico de drogas, que desde hace años ha dejado a la Argentina muy lejos del mote de país de tránsito.
Preocupados por el sostenido aumento en el consumo de estupefacientes, por la presencia cada vez mayor de laboratorios clandestinos para su producción y por las guerras entre integrantes de bandas dedicadas a su comercialización, por sólo mencionar algunas de las cuestiones ligadas al narcotráfico, los empresarios agrupados en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE) convocaron a un foro con el objetivo de aportar una visión nacional e internacional sobre el avance de este delito en América latina y en la Argentina en particular. Para ello, invitaron a Jaime Bermúdez, ex canciller de Colombia durante los dos últimos años de la presidencia de Alvaro Uribe, y al juez federal en lo penal económico Claudio Gutiérrez de la Cárcova.
Bermúdez, tras referirse a la dura experiencia colombiana, citó los reportes de la Organización de las Naciones Unidas que "indican presencia de laboratorios de droga en la Argentina, Chile, Venezuela y Ecuador" y que muestran un gran incremento de la producción en Perú y en Bolivia. Destacó que los índices de criminalidad vinculados con el delito de la droga que hoy registran El Salvador, Honduras y Guatemala son los de Colombia hace 20 años: 68 muertos por cada 100.000 habitantes". En cuanto al consumo, Bermúdez dijo que "muestra índices alarmantes en la Argentina, Venezuela y Chile, que llegan a niveles análogos a los de los Estados Unidos" y que "sabemos el impacto que tiene esto en materia de crimen".
El ex canciller aseveró también que, aunque es cierto que hay oferta porque hay demanda, es una falacia pretender responsabilizar a los que consumen y que la única forma de avanzar de modo contundente contra el narcotráfico es con una política integral que ataque toda la cadena; esto es, el lavado de activos, el tráfico de armas y el comercio de precursores químicos, con una legislación local e internacional. En referencia a la capacidad corruptora del narcotráfico, Bermúdez destacó que frente a ella se necesita un liderazgo político decidido, ya que "sin un Ejecutivo comprometido, los demás estamentos no se comprometen".
A su turno, el juez Gutiérrez de la Cárcova señaló que la situación del narcotráfico en la República Argentina nos obliga, ante todo, a reconocer el problema: "Es mejor estar preocupados que hacer como el avestruz. En la Argentina, se ha tapado el problema y hasta los padres prefieren no saber el peligro al cual están expuestos sus hijos".
También señaló que la debilidad existente en los controles fronterizos y la falta de radarización constituyen una de las principales debilidades en la lucha contra el narcotráfico. Al respecto, es preciso recordar que el plan de radarización del espacio aéreo argentino, demorado desde hace más de 12 años, sigue siendo una asignatura pendiente, lo que permite que aviones y avionetas ingresen en el territorio argentino cargados con drogas, armas y mercadería para contrabando, utilizando las pistas clandestinas ubicadas a lo largo y a lo ancho del país, sin riesgo de ser detectados.
La posición de la Argentina en el circuito de las drogas ha cambiado paulatinamente a lo largo de los años y no precisamente para bien. La expansión que viene desarrollando el narcotráfico constituye una seria amenaza para la sociedad y las instituciones, por lo que deben redoblarse los esfuerzos para combatir sus devastadores efectos. Para ello es imprescindible una firme y sostenida decisión de las máximas autoridades y la implementación de una política de Estado que termine con este drama.
El narcotráfico es una lacra que evoluciona, que se incrementa día tras día, que se aprovecha de sus incalculables recursos para ampliar su ámbito territorial de actuación y sus beneficios económicos. Toda demora implica una involución. Quedarse de brazos cruzados o negar su existencia significa cada vez mayor indefensión.
Generar interés es difícil y toma mucho tiempo. Por ello, la acertada iniciativa de ACDE debería ser replicada por otras organizaciones y asociaciones de manera de despertar la conciencia de la sociedad argentina sobre el peligro que acecha al país. Antes de que sea demasiado tarde.
>Fuente: lanacion.com.ar
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