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El desinterés oficial por luchar contra la corrupción se manifiesta en la última encuesta de Transparencia Internacional.
La más reciente encuesta de la organización no gubernamental Transparencia Internacional nos ha dado un nuevo baño de realidad. De una realidad que está lejos de coincidir con la Argentina presuntamente real que nos han querido mostrar las autoridades.
De acuerdo con ese estudio, difundido en los últimos días en Berlín, la Argentina ha sido nuevamente aplazada a la hora de ser evaluada en materia de transparencia y lucha contra la corrupción.
Como desde hace cinco años, nuestro país exhibió un paupérrimo puntaje en materia de percepción de la corrupción: 2,9 sobre 10.
El ranking es contundente sobre la posición que ocupa la Argentina en el mundo. Nuestro país se sitúa en el puesto 105° sobre un total de 178 países analizados. Muy por encima de la Argentina se ubican otros países latinoamericanos, como Chile (puesto 21°), Uruguay (24°), Brasil (69°) y Colombia (78°). Sólo cinco países de América latina se encuentran por debajo del nuestro: Bolivia, Paraguay, Honduras, Haití y Venezuela.
El informe de Transparencia Internacional 2010 destaca, como en otras ocasiones, que los países que mejores puntajes alcanzan son Dinamarca, Nueva Zelanda y Singapur, con 9,3 puntos, seguidos por Finlandia y Suecia.
La evaluación en nuestro país, coordinada por la asociación civil Poder Ciudadano, fue realizada a partir de encuestas a funcionarios, líderes de opinión, periodistas, empresarios, dirigentes políticos y ciudadanos.
Quienes efectuaron el estudio destacan que entre las causas posibles del estancamiento argentino existe un desinterés del Gobierno por luchar contra la corrupción y en la impunidad derivada de causas judiciales que no avanzan al ritmo que deberían.
No es Transparencia Internacional la única organización que ubica en un lugar tan poco decoroso a la Argentina. Distintas entidades internacionales han puesto de manifiesto las dificultades de nuestro país para seducir a inversores extranjeros.
Por ejemplo, un trabajo de la Fundación Getulio Vargas, de Brasil, muestra a la Argentina como un mercado de potencial medio para invertir, según surge del llamado Indice de Clima Económico, para el que se consultaron a más de 130 especialistas de 17 países. De acuerdo con el relevamiento, entre 11 naciones de América latina, la que presenta un mejor clima económico y de negocios es Brasil, con un puntaje de 7,8; lo sigue Chile, con 7,4; Perú, con 7,3; Uruguay, con 7; Paraguay, con 6,3, y Colombia, con 5,8. La Argentina aparece en el séptimo lugar, que comparte con Ecuador, ambos con una evaluación de 5,3 puntos.
Diversos son los factores que contribuyen a crear y mantener un buen clima para atraer inversiones a los países, pero fundamentalmente se destacan los siguientes: solidez de las instituciones públicas, estabilidad política, imperio de la ley, respeto por la seguridad jurídica y la propiedad privada, baja corrupción, estadísticas confiables, régimen impositivo no distorsivo y previsibilidad de las acciones y decisiones. La ausencia, en mayor o menor grado, de todos y cada uno de estos factores, hace de la Argentina un país poco atractivo para las inversiones.
Ejemplos de estas debilidades sobran y se extienden desde el rápido archivo de causas judiciales por corrupción de funcionarios y el lentísimo avance de otras hasta las sospechosas relaciones comerciales con Venezuela, pasando por las numerosas trabas burocráticas y el creciente intervencionismo estatal en la economía.
No se trata de adjudicar desde la "virtualidad" este conjunto de debilidades a la Argentina. Por el contrario, son datos de una realidad que duele y que reclama una solución duradera.
> Fuente: lanacion.com.ar
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