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Por Yésica de Santo
A casi una semana de la huelga de hambre, iniciada por el ingeniero forestal...
Claudio Lowy, miembro de la Red Nacional de Acción Ecologista, la Defensoría del Pueblo de la Nación solicitó a la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca que se modifique la clasificación de los agroquímicos, por considerarlos “altamente peligrosos”
La Defensoría del Pueblo de la Nación pidió a la Secretaría de Agricultura que los considerados “subletales” tampoco puedan utilizarse para fumigar cerca de poblaciones.
A casi una semana de la huelga de hambre, iniciada por el ingeniero forestal Claudio Lowy, miembro de la Red Nacional de Acción Ecologista, la Defensoría del Pueblo de la Nación solicitó a la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca que se modifique la clasificación de los agroquímicos, por considerarlos “altamente peligrosos”. La reclasificación de los productos contaminantes permitirá que las pulverizaciones no se realicen en cercanías de zonas pobladas.
De hacerse lugar al pedido, las clasificaciones de los productos deberán abarcar al conjunto de todos los daños a la salud que puedan ocasionar. La recomendación realizada el viernes último y firmada por el defensor adjunto Anselmo Sella también solicita al ministro de Agricultura, Julián Domínguez, que, además de los rotulados como “letales”, los agroquímicos aprobados que tengan evaluado el grado de su toxicidad en las dosis “subletales” y “crónicas”, sean clasificados como “sumamente peligrosos, muy tóxicos” e identificados con una banda roja.
Las organizaciones ecologistas también exigen que los estudios sobre los que se basan las clasificaciones de los agroquímicos sean realizados por entidades independientes de las marcas que comercializan dichos productos transgénicos. “Es durante estos meses cuando empieza la campaña de la soja transgénica de primera, y es cuando comienzan las pulverizaciones aéreas y terrestres de los 200 millones de litros de formulados de glifosato y otros pesticidas, sobre 20 millones de hectáreas, que afectarán a las 12 millones de personas que viven en las tierras aledañas a las plantaciones”, explicó Claudio Lowy, y agregó: “Es ahora cuando se destruye la producción en granjas y huertas familiares y cooperativas, se contaminan las aguas y el aire, se degradan los suelos, muere la biodiversidad y se destruyen los ecosistemas.”
Fuente: biodiversidadla.org
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