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viernes, 2 de julio de 2010

El fin del derrotismo

MAITE RICO - Madrid

América Latina está derribando las profecías que la condenaban al infortunio.
A la consolidación de la democracia y al crecimiento económico de los últimos años se une ahora un nuevo dato esperanzador: la desigualdad social, una de las lacras del continente, se ha reducido en un 1,1% anual entre 2000 y 2007. Así lo indica un estudio auspiciado por el Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD), que constata que, por primera vez en la historia, la brecha entre ricos y pobres se ha reducido de forma significativa en 12 de los 17 países investigados.
"Es la única región del mundo en la que esto está pasando", afirma la economista argentina Nora Lustig, coordinadora del trabajo junto al experto mexicano Luis Felipe López-Calva. En otros países emergentes, como China, India o Suráfrica, la desigualdad va en aumento. "En Latinoamérica, en cambio, la reducción es generalizada, al margen de variables sociodemográficas o políticas".
En los años noventa, América Latina era más desigual que Asia y África Subsahariana. Las políticas de liberalización económica aplicadas tras la crisis de la deuda de 1982 (el llamado Consenso de Washington) trajeron estabilidad macroeconómica y mayor crecimiento, pero incrementaron la brecha social porque los ajustes se cebaron con la población más pobre. Esa tendencia, sin embargo, se ha revertido desde 2000.

Factores esenciales

Para explicar este fenómeno, los expertos estudiaron a fondo los casos de Argentina, Brasil, México y Perú. Y encontraron dos factores esenciales: por un lado, la expansión de la educación básica en las últimas dos décadas ha permitido una mejor cualificación de la fuerza laboral y, por tanto, una disminución en las diferencias salariales. Por otro, la puesta en marcha de las "transferencias estatales", es decir, ayudas (en dinero o en especie) a las familias más pobres, condicionadas a la escolarización de los hijos. "Los estudios muestran una mejora en la salud y la escolaridad infantil, y a un costo bajo: estos programas suponen alrededor del 0,5% del PIB", afirma Lustig.
Claro que el impulso a la educación y las políticas redistributivas están directamente vinculados al fortalecimiento de la democracia y a unos liderazgos que han priorizado la lucha contra la pobreza. Así, la combinación de crecimiento, estabilidad financiera, responsabilidad fiscal y políticas sociales ha permitido que 37 millones de latinoamericanos hayan salido de la pobreza, 12 puntos menor que en 2002.
"América Latina se está convirtiendo en un continente de clases medias", afirma José Juan Ruiz, director de Estrategia para la región del Banco Santander. "El crédito al consumo, antes inexistente, oscila hoy entre el 5% y el 10%. Un tercio de la población activa está en los bancos. Hace 10 años, no llegaba al 10%". El potencial es enorme. Los mercados internos crecen, el sistema financiero es el más sano de los países emergentes, la inflación (4% de media) está bajo control y los indicadores macroeconómicos son mejores que los de EE UU o España, señala Ruiz. A pesar de la crisis actual, la CEPAL acaba de elevar del 4,1% al 4,5% la previsión de crecimiento para este año.
Ahora bien, otros expertos, como el economista Leandro Prados de la Escosura, aconsejan no cantar victoria. Si bien la mejora de los indicadores de desarrollo humano apunta a la consolidación de una tendencia, no puede descartarse, en su opinión, que estemos ante un "simple cambio cíclico". Las desigualdades siguen siendo altas, y hay una gran dispersión entre los países.
Nora Lustig rechaza cualquier atisbo de triunfalismo y advierte que hay que consolidar el proceso. Las deficiencias en la calidad educativa dificultan el acceso de la población pobre a la educación superior. Y es conveniente aumentar una recaudación fiscal que no llega al 18% del PIB (frente al 35% de media de los países de la OCDE). José Juan Ruiz añade la necesidad de fortalecer las instituciones y la seguridad jurídica. Con todo, a Latinoamérica "le está haciendo falta un nuevo relato", alejado del derrotismo. Atrás quedan los tiempos en que, como decía el presidente brasileño, Lula da Silva, "el fracaso tenía más prestigio intelectual que el éxito".
Fuente: elpais.com

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