Por Rosendo Fraga
Al conmemorarse el Bicentenario del inicio del proceso de emancipación de España, cabe plantearse si era inevitable que se diera mediante un cruento enfrentamiento militar que duró catorce años en la mayoría de Hispanoamérica, o.....
hubo oportunidad de un proceso de independencia más negociado y menos cruento, al estilo de lo sucedido entre Portugal y Brasil, cuando en 1822, Pedro, el hijo del Rey Juan es coronado Emperador, con el dejar hacer aparente y la aceptación real del padre.
Poco antes de que estallara el proceso de independencia hispanoamericana, fueron presentados al Rey de España dos proyectos, que de haber prosperado hubieran dado lugar a un proceso de independencia gradual y concertado, evitándose la cruenta guerra que culminó en 1824 en la batalla de Ayacucho en el Perú.
El primero de ellos es una presentación realizada ante el Rey Carlos III por José de Abalos, firmado en 1781 en su condición de Intendente General de Ejército y Real Hacienda de la provincia de Venezuela. Concretamente, propone desmembrar el imperio español, designando príncipes de la Casa Real española para crear monarquías independientes pero vinculadas.
Este plan parte de la observación empírica - pero visionaria treinta años antes del inicio del proceso de independencia- de que España no podrá retener por mucho tiempo el imperio americano y argumenta, bajo el análisis del entonces reciente proceso de independencia de las colonias británicas del norte, que "si el rey y la nación británica hubiesen destinado oportunamente uno o dos príncipes de la real familia y establecídolos por soberanos del norte americano, no verían hoy con dolor que es preciso vean pasar a los extraños por aquellas provincias".
El segundo documento es un "Dictamen reservado" que eleva al Rey el Conde de Aranda en 1783, quien en ese momento ha tenido a su cargo la negociación del tratado de paz con Gran Bretaña que se había firmado en París.
Advierte, con realismo, que la independencia de las colonias británicas de Norte América -e las que "mañana será un gigante"- ará insostenible el imperio español al sur de dicho continente.
Con realismo pero extrema audacia para la época, propone al Rey nada menos que desprenderse de "todas las posesiones del continente de América, quedándose únicamente con las islas de Cuba y Puerto Rico en la parte septentrional - en los hechos esta parte de la estrategia se cumplió durante el siglo siguiente, ya que fueron las últimas posesiones en independizarse- y algunas que más convengan en la meridional, con el fin de que ellas sirvan de escala o depósito para el comercio español".
Para el resto del imperio americano, propone la misma alternativa que Abalos, aunque no hay constancia de que la hayan concertado: "colocar tres infantes en América: el uno rey de México, el otro del Perú y el otro restante de Tierra firme, tomado V.M. el título de emperador".
Aunque para la fecha de presentación de este documento el Virreinato del Río de la Plata ya llevaba siete años desde su creación, era su poca importancia económica respecto a los otros tres lo que lleva al visionario Conde de Aranda a excluirlo de la propuesta de crear reinos en cada uno de ellos.
Es que para ese momento, el actual territorio argentino había dependido de la provincia del Paraguay hasta 1616, fecha en la cual se crea la provincia del Río de la Plata, que pasa a depender directamente de Lima, en cuya dependencia permanece durante 160 años, hasta la creación del Virreinato.
Este, a su vez, había sido una creación española, que es consecuencia directa de la guerra de independencia que entonces libraban las colonias inglesas de Norte América.
Estas declaran su Independencia el 4 de julio de 1776 y el 31 del mismo mes, el Rey Carlos III crea su Virreinato más austral. La relación entre ambos hechos es muy directa. Los británicos, de no haber estado empeñados en dicha contienda, no hubieran permitido que España tomara el control de ambas márgenes del Río de la Plata, algo que habían impedido durante los dos siglos precedentes y que finalmente logran medio siglo más tarde con la independencia del Uruguay.
La historia demostró que ninguna de las dos propuestas fue escuchada.
Los historiadores británicos han desarrollado la escuela de la llamada historia "contrafáctica" y creo que podría ser interesante desarrollar el ejercicio de qué hubiese sucedido si Carlos III hubiera hecho suyas estas propuestas.
Posiblemente, el proceso de independencia hispanoamericano se hubiera parecido al de Brasil, negociado y sin una larga guerra como tuvo lugar.
Los reinos, a lo mejor, hubieran tenido el mismo efecto que en Brasil, donde el Emperador mantuvo la integridad de la América portuguesa, a diferencia de lo que sucedió en la América Hispana. Es decir, que en lugar de las 18 naciones en que se convirtió el Imperio español, hubieran sido tres o cuatro.
Fuente: lanaciòn.com
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