"En este siglo la pobreza está basada sobre la corrupción, sobre la falta de empleo para los jóvenes, sobre la falta de ética causada por la ausencia de valores y sobre la inequidad en la distribución de la riqueza. Gastar U$S 1.500 para comer algo exótico cuando se convive con un niñito que apenas sobrevive con U$S 1 diario es pornográfico".
Así caracterizó el proceso de empobrecimiento en los países latinoamericanos la especialista Lucía Alberti, presidenta de la Asociación Pro Naciones Unidas de la Argentina y directora regional para América Latina. Participa en Tucumán del "Primer Encuentro Regional sobre Pobreza", que organizaron la Secretaría de Extensión y el Consejo de Extensión de la Universidad Nacional de Tucumán.
El encuentro, inaugurado ayer por el rector, Juan Alberto Cerisola, se desarrolla en el Centro Cultural Virla, y se extenderá hasta mañana. Asisten profesionales e investigadores extranjeros y del país.
Cuestión integral
"La pobreza es un problema integral, no es un hecho aislado ni toca de modo segmentado la vida cotidiana; tampoco tiene que ver sólo con la desocupación", dijo la ex diputada nacional. En diálogo con LA GACETA, Alberti opinó que la pobreza está intrínsecamente vinculada al desarrollo, entendiendo por esto lo relativo a lo económico, a las condiciones de vida de la población, y al capital social, cultural y educativo. "Lo asistencial no basta; los carenciados pueden recibir algún dinero estatal pero eso no alcanza para salir de la pobreza", subrayó. Alberti advirtió que las economías de los países denominados emergentes, como la Argentina, dependen de la situación económica global y de los países más poderosos.
-¿Cómo caracteriza la pobreza de los países de América Latina?
-Si bien nuestros países son menos pobres que los asiáticos y subsaharianos, lo que caracteriza nuestra región es la enorme desigualdad que, incluso, tiene sumida una buena parte de las clases medias en un modo de vida precarizado. Tan grande es el afán de enriquecimiento de algunos sectores, que acumulan bienes que las generaciones venideras no van a necesitar ni usar, mientras que la mayoría de la población acumula hambre. Es éticamente terrible.
- ¿Hay salida?
- Las hay. Dependen de la equidad en la distribución de la riqueza y en la generación de empleo para los jóvenes. Pero todo ello debe ir acompañado por una reformulación de las leyes que, en mi opinión, deberían crear límites al enriquecimiento desmedido. No todo depende de los gobiernos, sino de la ética de los distintos actores sociales. Los seres humanos no pueden perder su condición de tales para convertirse en bestias.
Fuente: lagaceta.com.ar
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