Ahora que ha culminado la temporada en la que el dengue implica un importante riesgo sanitario para Argentina, podemos afirmar –a partir de la información sobre la totalidad de los casos ocurridos durante 2010 en el país– que este año hemos logrado reducir un 96 por ciento su incidencia.
En los primeros meses de 2009 los argentinos padecimos una severa epidemia de esta enfermedad, que afectó a 16 de nuestras provincias y en las que se registraron alrededor de 26 mil pacientes y 5 decesos. En 2010, en cambio, los casos en el mismo período no llegan a 1000 y todos los pacientes fueron tratados en forma oportuna, evitando así posibles complicaciones. Estamos hablando, pues, de una reducción del 96 por ciento, comparando los veranos de 2009 y 2010.
Desde que llegamos a la gestión a mediados de ese año –en un escenario de preocupante emergencia por la gripe A—, concentramos los esfuerzos no sólo en responder eficazmente a esa epidemia, sino también a otras problemáticas de salud colectiva, entre las cuales el dengue constituía una amenaza concreta. En consecuencia, requería planificar una estrategia que garantizara la no repetición de la situación de miles de argentinos enfermos o en riesgo de muerte por una enfermedad prevenible.
La clara convicción de que debíamos y podíamos enfrentar este desafío nos llevó a formular el Plan Nacional de Prevención y Control del Dengue, en el que se estableció la totalidad de las líneas de acción que debía contener la respuesta. El plan no sólo sintetizó los valiosos conocimientos y experiencias de diversos sectores –en su redacción participaron todas las áreas del gobierno nacional, sociedades científicas, universidades y organizaciones de la sociedad civil—, sino que también fue consensuado con todos los ministros provinciales en el marco del Cofesa.
Así, en cada rincón de nuestra geografía, agentes sanitarios, médicos y enfermeros se apropiaron de la iniciativa trabajando incansablemente en sus escenarios cotidianos, haciendo frente al objetivo que nos habíamos trazado, logro más valioso todavía si tenemos en cuenta que países hermanos como Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú y Colombia han sufrido este año importantes brotes, lo que incrementó en el nuestro el riesgo de también padecerlos. Pero eso no sucedió.
Como la respuesta al dengue debe basarse en el control de la proliferación del mosquito que lo transmite, no sólo se requiere un Estado presente, sino también una sociedad consustanciada, responsable y educada. Si en Argentina el dengue este año ha reducido notablemente su impacto, es también porque las responsabilidades fueron asumidas por cada uno de nuestros compatriotas, lo que demuestra una vez más que no hay enfermedad que nos pueda vencer cuando trabajamos en forma conjunta, comprometida y sumando los esfuerzos de todos.
Pero este desafío debe ser renovado desde ahora mismo. Porque erradicar el mosquito de todo el territorio nacional es una empresa que no admite distracciones ni descanso.
Fuente: pagina12libre.com
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