Por Martin Van Creveld Y Jason Pack * Global Viewpoint
La notable extensión de las revueltas árabes de 2011 en el norte de Africa hace que muchos periodistas señalen que el actual levantamiento libio se origina en factores similares a los vecinos Túnez y Egipto.
Hay más diferencias que similitudes. Es cierto que la mayoría de los libios tiene menos de 30 años y que el desempleo de la juventud es agudo. Muchos libios se sienten frustrados tras 41 años de una cleptocracia que diezma los recursos del país y les niega libertad. Y es cierto que el acceso a Internet permite que la juventud desencantada se organice de un modo que el régimen ya no puede controlar ni reprimir.
Pero ahí terminan las semejanzas importantes entre Libia y sus vecinos. Túnez y Egipto son estados-nación coherentes desde hace más de un siglo, con un sentimiento nacional fuerte. La identificación tribal sólo se aplica a una minoría de la población.
Libia es el caso opuesto .
Consiste en tres provincias del imperio otomano (Tripolitania, Cirenaica y Fezzan) que los colonizadores italianos fueron agrupando a partir de 1911. En 1951 se las unió en un reino federal independiente. Si bien durante su gobierno Kadafi condenó el regionalismo, se rodeó de seguidores de su ciudad natal, Sirte, y de tribus leales de la zona de Sebha, donde fue al colegio. Era de esperar que esos pilares clave de su régimen no lo abandonarían ahora, así como le fueron leales en los levantamientos islámicos cirenaicos de 1996 y 2006.
La Libia moderna se construyó sobre esa estructura fragmentaria y es un Estado petrolero ideológico que ha obtenido grandes beneficios de 10 años de crecimiento económico apuntalado por la mejora de los vínculos con Occidente. Sin embargo, debido a la ideología anticuada del régimen, a una burocracia ineficiente y a la oposición de sectores con intereses propios, no hubo verdaderas reformas económicas .
En un primer momento, los feroces choques entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes que comenzaron en Bengazi el 16 de febrero fueron producto de los mismos factores que generaron tensiones en Cirenaica (la región oriental de Libia) en los últimos 20 años: regionalismo, tribalismo, islamismo y las injusticias del régimen . Después se extendió la idea de que Libia sería el siguiente en rebelarse contra la dictadura. El 20 de febrero, las protestas, antes limitadas al este del país, se extendieron a Trípoli. Los éxitos revolucionarios de Egipto y Túnez dieron a los libios la convicción de que el cambio estaba cerca. El régimen no entendió el sentido de ese momento histórico extraordinario y utilizó tácticas anticuadas.
Es imposible estimar cómo reaccionarán Kadafi o sus aliados revolucionarios y tribales ante los hechos, que los tomaron por sorpresa. En 40 años, Kadafi sobrevivió a intentos de asesinato, conspiraciones, levantamientos y al bombardeo estadounidense de su cuartel general en 1986. Pero los hechos de los últimos días cambiaron el entramado de la sociedad libia, y nadie puede decir dónde va a terminar.
* Van Creveld es historiador y Pack se dedica a estudiar a Libia en la Universidad de Oxford.
Fuente: clarin.com
Hay más diferencias que similitudes. Es cierto que la mayoría de los libios tiene menos de 30 años y que el desempleo de la juventud es agudo. Muchos libios se sienten frustrados tras 41 años de una cleptocracia que diezma los recursos del país y les niega libertad. Y es cierto que el acceso a Internet permite que la juventud desencantada se organice de un modo que el régimen ya no puede controlar ni reprimir.
Pero ahí terminan las semejanzas importantes entre Libia y sus vecinos. Túnez y Egipto son estados-nación coherentes desde hace más de un siglo, con un sentimiento nacional fuerte. La identificación tribal sólo se aplica a una minoría de la población.
Libia es el caso opuesto .
Consiste en tres provincias del imperio otomano (Tripolitania, Cirenaica y Fezzan) que los colonizadores italianos fueron agrupando a partir de 1911. En 1951 se las unió en un reino federal independiente. Si bien durante su gobierno Kadafi condenó el regionalismo, se rodeó de seguidores de su ciudad natal, Sirte, y de tribus leales de la zona de Sebha, donde fue al colegio. Era de esperar que esos pilares clave de su régimen no lo abandonarían ahora, así como le fueron leales en los levantamientos islámicos cirenaicos de 1996 y 2006.
La Libia moderna se construyó sobre esa estructura fragmentaria y es un Estado petrolero ideológico que ha obtenido grandes beneficios de 10 años de crecimiento económico apuntalado por la mejora de los vínculos con Occidente. Sin embargo, debido a la ideología anticuada del régimen, a una burocracia ineficiente y a la oposición de sectores con intereses propios, no hubo verdaderas reformas económicas .
En un primer momento, los feroces choques entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes que comenzaron en Bengazi el 16 de febrero fueron producto de los mismos factores que generaron tensiones en Cirenaica (la región oriental de Libia) en los últimos 20 años: regionalismo, tribalismo, islamismo y las injusticias del régimen . Después se extendió la idea de que Libia sería el siguiente en rebelarse contra la dictadura. El 20 de febrero, las protestas, antes limitadas al este del país, se extendieron a Trípoli. Los éxitos revolucionarios de Egipto y Túnez dieron a los libios la convicción de que el cambio estaba cerca. El régimen no entendió el sentido de ese momento histórico extraordinario y utilizó tácticas anticuadas.
Es imposible estimar cómo reaccionarán Kadafi o sus aliados revolucionarios y tribales ante los hechos, que los tomaron por sorpresa. En 40 años, Kadafi sobrevivió a intentos de asesinato, conspiraciones, levantamientos y al bombardeo estadounidense de su cuartel general en 1986. Pero los hechos de los últimos días cambiaron el entramado de la sociedad libia, y nadie puede decir dónde va a terminar.
* Van Creveld es historiador y Pack se dedica a estudiar a Libia en la Universidad de Oxford.
Fuente: clarin.com
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