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por Alicia Cardenas
PEKIN.- Como parte del efecto dominó que está afectando a los países árabes, China se perfilaba, según algunos analistas, como una de las siguientes fichas por tambalear.
Sin embargo, la fallida "revolución del jazmín" demuestra que de un tweet a una revolución hay un paso gigante, especialmente si se está sujeto a la censura del "Great Firewall" y al control de la policía china.
Ayer, los organizadores de la "revolución del jazmín" china convocaron por segundo domingo consecutivo a una protesta en diferentes ciudades. Los promotores de esta idea, en su mayoría chinos residentes en el exterior, se encargaron de difundir la invitación para solicitar al gobierno independencia judicial y libertad de expresión, entre otras peticiones.
Sin embargo, en ambas ocasiones los llamados no tuvieron éxito, porque el impacto de Internet en China no es tan efectivo y porque la policía no escatima en desplegar a todos sus oficiales en situaciones de desorden.
"Con el desarrollo de Internet, las posibilidades de promover un movimiento social han aumentado. Sin embargo, como en China los foros y los sitios más importantes están controlados por el gobierno, es muy difícil organizar protestas", escribe Zuola, un famoso bloguero chino.
Zuola considera que Twitter se ha convertido en el campo de batalla preferido, ya que es un territorio sobre el que el gobierno chino no tiene control. Cualquiera que lea los tweets de los blogueros chinos podría pensar que el país está a punto de estallar y que una gran masa de gente está dispuesta a salir a las calles. Sin embargo, el que haya visto las dos manifestaciones se da cuenta de que el mundo Twitter es uno cibernético.
Al igual que el domingo 22, fueron pocos los manifestantes que salieron ayer a las calles. En las dos ocasiones se informó que varios activistas fueron detenidos o retenidos en sus casas para que no pudieran asistir a los encuentros. Sin embargo, la razón principal de la baja asistencia fue el desconocimiento. El control sobre la Red es tal que el mensaje de revolución llega a unos pocos, y esos pocos pertenecen a una escala social alta, que tienen acceso a VPN (red privada virtual) para sobrepasar el "Great Firewall".
Pero los que podrían presionar al gobierno son los que se ven afectados por el desempleo y la inflación. Y esta gente casi no tiene acceso a Internet y difícilmente conozca que las protestas están derrocando gobiernos en otras partes del mundo.
"Si la gente común hubiera sabido de la marcha, ¿hubiese ido?", se cuestiona Junling Hu, creador del blog Freedom in China. "Sabríamos la respuesta si el gobierno no hubiera hackeado las páginas de anuncios, o bloqueado Facebook y Twitter o filtrado la palabra «revolución del jazmín» para eliminar todas las entradas anunciando la protesta."
En ambas jornadas, los chinos presentes no supieron qué ocurría. Sin embargo, hubo una gran diferencia: la protesta de ayer fue recibida con un despliegue policial mucho más fuerte. Ayer no hubo oportunidad para una congregación y la policía adoptó una actitud defensiva que forzaba a las personas a movilizarse de la zona y prohibió a los periodistas acreditados tomar fotos y filmar.
Policías y manifestantes
En Pekín, la protesta fue convocada frente al McDonalds en Wangfujing, tradicional calle comercial peatonal. Desde antes del mediodía, la calle comenzó a ser dominada por policías y no por manifestantes. Las autoridades desplegaron las técnicas de control comunes: policías con filmadoras para registrar a los manifestantes, cadena de policías cerrando todas las entradas a la calle peatonal y policías de civil que vigilaban cualquier movimiento abrupto.
Una hora más tarde, la policía había logrado acordonar la zona y bloqueado todas las entradas a esta calle de 810 metros. A las dos de la tarde, hora de la protesta, un camión de agua comenzó a recorrer la calle para forzar a la gente a caminar por los bordes y salir a otra vía alterna.
Si el domingo anterior la protesta no se dio por una baja asistencia y fue poblada por transeúntes curiosos, ayer no existió porque las autoridades bloquearon toda la zona. En Shanghai, la asistencia fue mayor y se desplegaron técnicas similares para evitar la protesta. En otras ciudades, como Harbin, no hubo manifestantes.
Los promotores de la "revolución del jazmín" afirmaron en su reciente carta al Congreso Nacional del Pueblo, que se reunirá esta semana, que continuarán las protestas cada domingo hasta recibir una respuesta del gobierno y que incluso éstas se verán fortalecidas si las autoridades las continúan restringiendo.
Ayer quedó demostrado que las protestas logran atraer más policías que personas y que para que estas congregaciones comiencen a verse como una verdadera revolución, los promotores deberán salir del mundo cibernético y pasar sus llamados al mundo real.
EN EL RESTO DE LA REGION
TUNEZ
Dimitió el primer ministro tras violentas protestas
El primer ministro del gobierno de transición de Túnez, Mohammed Ghannouchi, renunció ayer tras 48 horas de protestas en la capital tunecina, que dejaron por lo menos cinco muertos y numerosos heridos. El presidente provisional, Fouad Mebazaa, nombró a Beji Caid-Essebsi nuevo premier e hizo un llamado a la calma.
YEMEN
"Defenderé el régimen hasta la última gota de sangre"
El presidente de Yemen, Alí Abdullah Saleh, cuestionado por multitudinarias manifestaciones que piden su dimisión desde hace un mes, acusó ayer a la oposición de intentar dividir al país y dijo que defenderá su "régimen republicano" hasta "la última gota de sangre". En Adén, en el sur del país, anteayer hubo una violenta represión que dejó tres muertos.
BAHREIN
Tres marchas y miles de manifestantes contra el rey
Por lo menos tres marchas paralizaron ayer partes de la capital de Bahrein cuando decenas de miles de personas corearon lemas contra el rey. Los manifestantes rechazaron la propuesta de diálogo de las autoridades para poner fin a la crispación social, después de casi dos semanas de protestas en esta pequeña nación del Golfo Pérsico.
Fuente: lanacion.com.ar
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