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martes, 14 de diciembre de 2010

Bolivia: Nacen 4 empresas forestales sustentables comunitarias

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Treinta y tres comunidades de la Chiquitania, Guarayos y Lomerío, del departamento de Santa Cruz, son favorecidas con...
 la creación y fortalecimiento de cuatro empresas forestales comunitarias indígenas. Ahora, sus integrantes manejan y controlan estos recursos maderables de manera participativa, equitativa y sustentable.


Las empresas creadas son: la Asociación Forestal indígena de Lomerío (Afil Esfor), Eficaz es la Empresa Forestal Indígena Ayoreo de Zapocó; Asociación Indígena Maderera de Cururú (Aimcú), y el Comité Intercomunal Forestal de la Provincia Velasco (Coinfo).

El director de la WWF Bolivia, Luis Pabón, explicó que se trata de un proyecto nacido en 2007, de manera paralela, en cuatro países: Bolivia, Camerún, Panamá y Papúa Nueva Guinea.

Lo que se hizo en un principio con estas comunidades, con los actuales propietarios de las empresas, dijo, fue fortalecer sus capacidades para que sus miembros puedan negociar, manejar el bosque técnicamente y mejorar sus ingresos con la venta de madera a mercados locales.

El coordinador de WWF, Orlando Melgarejo, aseguró que se ha trabajado en diferentes zonas de la Chiquitania con comunidades forestales indígenas, como chiquitanos, indígenas ayoreos y con la comunidad Curucú, que poseen Territorio Comunitario de Origen (TCO).

Inicialmente, explicó, se trabajó con comunidades que se asociaron y formaron las empresas comunitarias legalmente. Se les orientó sobre el uso de recursos y la organización de la entidad.

El Coordinador dijo también que se implementaron 11 herramientas para la formación de las empresas, entre ellas, un sistema de control de custodia de la madera, los planes de desarrollo comunitario, la guía de campo de certificación forestal grupal y la guía para elaborar contratos forestales.

A la hora de escoger, según Melgarejo, se tomaron en cuenta las zonas geográficas donde crecen maderas. Por ejemplo en la Chiquitania están las más duras, como tajibo, sirari, curupau y sopo, muy apreciadas por su solidez.

En Guarayos, la oferta maderable se basa en otras especies más suaves, como cuchi, yesquero blanco, yesquero negro, entre otros, que son especies más usadas para laminación, es decir para venestas.

Melgarejo explicó que, por sus características, el sistema de manejo entre uno y otro sector difiere completamente, tanto en la administración como en el aprovechamiento forestal.

Una de estas características es que las especies duras son más resistentes a la humedad, mientras que las blandas son más susceptibles a ataque de insectos y tienden a podrirse en menos tiempo.

Cuando se inició el proyecto, dijo, algunas de estas comunidades indígenas ya habían realizado alguna actividad forestal. Por ejemplo, algunas ya tenían sistemas de manejo, aunque la forma de administrar sus recursos no era la adecuada.

También se les enseñó el manejo de la motosierra, el cómo cortar los árboles con técnicas adecuadas, de manera que el tronco sea más utilizable.

Simultáneamente, trabajaron en el tema social y en la administración del dinero, lo que permitió transparentar el manejo de los recursos económicos.

Además, se les impulsó a que cada integrante abra una cuenta en una cooperativa o en un banco. “Con la ganancia, algunas comunidades contrataron una enfermera y en otros casos a un profesor. También se compraron útiles escolares y bombas para aguas”.

De la misma manera, se les enseñó a hacer contratos de compra y venta legales. A lo que se sumó la elaboración de mapas para determinar áreas. Se trabajó en el control de la madera desde que es árbol a pie (en su estado natural) hasta que es tumbado, como se venden ahora.

El Coordinador dijo que estas cuatro empresas se diferencian de otras dedicadas a la explotación de la madera por sus planes de manejo estables y que ahora están capacitadas para marchar solas, sin una institución que las subvencione.

Productos con valor agregado

Entre los desafíos que deja el proyecto de creación de empresas forestales sostenibles en comunidades indígenas está, por ejemplo, la elaboración de un producto terminado o con valor agregado, lo que tendría mayor costo.

La mayoría de las comunidades ha logrado ir de la venta de árboles en pie, es decir en su estado natural dentro de su territorio, a la venta de especies tumbadas y despuntadas, lo que les permite subir un poco el precio. Esto significa que han ingresado en la cadena productiva.

El siguiente paso, según el coordinador de la WWF, Orlando Melgarejo, será la adquisición de un tractor forestal que les permita sacar la madera que tumben, lo que incrementará aún más las ganancias. Actualmente, estas comunidades trabajan con empresas madereras cercanas para vender la materia prima.

Hacia adelante, otro de los desafíos para estas nuevas empresas será lograr acceder a créditos bancarios, según Melgarejo, ya que para los bancos no es suficiente el hecho de que sus territorios estén saneados o que presenten como garantía el plan de manejo y desarrollo. Para lograrlo, tendrán que fortalecerse y lograr que sus áreas de manejo sean consideradas garantía.

La comunidad de Lomerío, de 500 hectáreas, tiene una oferta maderable de 2.500 metros cúbicos de troncas, aunque no todas las especies tienen mercado productivo y sólo se venden 1.800 metros cúbicos.

“El resto muchas veces se queda parado porque no hay un mercado económico”.

La capacitación también incluyó temas técnicos, como el grosor suficiente para talar un árbol previsto por la Ley Forestal, también se enseñó a la gente a dejar árboles semilleros en toda el área, para que éstos recolonicen el área vacía.

Los indígenas participaron en ruedas de negocios, a las que asistieron con sus fichas técnicas, ofertando sus volúmenes de troncas, que podría ser como árbol tumbado y despuntados, o también especies de pie.

Para destacar

Para la WWF, los bancos sólo dan crédito a empresas forestales y piden muchos requisitos a las comunidades indígenas.

Se dieron condiciones para mejorar su calidad en el trabajo. Se les ayudó a buscar créditos con las empresas que les compran.

Las empresas diferencian lo que son costos de ganancias. Éstas tienen un nivel de conocimiento en el interior de las comunidades.

Estas entidades no recibieron un capital productivo, lo que se hizo fue invertir los recursos en capacitación y equipo de oficinas.

Fuente: laprensa.com.bo

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