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lunes, 16 de agosto de 2010

La inopia argentina

Los campeones de la desigualdad social en el mundo son los países de América Latina: la afirmación pertenece a un organismo internacional, el de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), partiendo de la base de que entre los 15 países más afectados por ese drama, diez pertenecen a nuestro continente.
Entre ellos, se inscribe la Argentina, aun cuando la asignación económica a cada familia por el o los menores que la compongan, ha permitido mejorar las condiciones, ya que de 16% de riesgo alimentario se pudo bajar a 11%. No hay que olvidar que el 28% de los pequeños pasaron hambre en algún momento del año pasado, de los cuales el 8% tuvo un déficit severo de alimentación.
Dice ese organismo que la desigualdad social debería ser, en todos los casos, la máxima prioridad política de las naciones afectadas. Sabemos que en nuestro caso, se habla del tema y de la pobreza en forma sostenida, pero no hay movimientos convergentes de todos los sectores para luchar, aunque sea en un mínimo nivel, contra ese flagelo.
El Observatorio de la Deuda Social, de la Universidad Católica Argentina, elaboró un análisis hace muy pocas semanas y dijo que el 17% de la población vive en villas de emergencia, en asentamientos de extrema pobreza, viviendas ocupadas de hecho o en inquilinatos símbolos de hacinamiento y promiscuidad; en el año 2004, el mismo relevamiento arrojaba una cifra sustancialmente inferior, el 10,4 por ciento.
Un millón de personas vive en villas miseria solamente en el área metropolitana. Lo que técnicamente se llama "núcleo duro de la pobreza", incluye el 36% de gente que no tiene cloacas, el 20% de quienes carecen de agua potable, el 27% que habita obligadamente en zonas inundables.
El 11% carece de baño con retrete y descarga de agua; el 12% habita a razón de tres más personas por habitación (hacinamiento), el 22% está desempleado o en condiciones de exclusión laboral severa, el 24% padece de trastornos psicológicos y el 27% carece de un plan de vida salvo el de pasar el día a día.
Si el lector se detiene, relee lo que antecede y piensa cuántos connacionales se encuentran en situación quizás lamentable, apreciará que todo esfuerzo que se haga al respecto ayudará o aliviará el problema.
Si queremos abundar en datos: ese núcleo duro de pobreza se inscribe dentro del 23% de población que el año pasado tuvo problemas con su salud. Rubén Blades, un conocido cantante internacional, quien fuera ministro de Turismo en su patria, Panamá, ha sostenido públicamente que "vivimos en lo que parece una constante hipocresía... La gente, especialmente en los sectores más pobres, tiene hijos que no pueden mantener y para cuya crianza no están preparados". Y el artista plantea un interrogante durísimo: para conducir un auto hay que dar un examen de competencia, pero para tener hijos no se requiere que demuestre capacidad para cuidarlos, formarlos y alimentarlos.
Daniel Barenboin, un músico argentino de fama internacional, ha dicho al diario español El País que "desigualdad social es lo mismo que injusticia e inequidad, desconocimiento y enfermedades. Puede ser también incomprensión, desolación y violencia; es carecer de oportunidades en la vida. Es la misma distancia entre música y silencio".
Es impresionante, por no decir aterrador, que una de cada tres familias argentinas tiene dificultades para acceder al alimento, la vivienda, la salud, la educación y el trabajo. Todo eso es desigualdad e inequidad social. En el Gran Buenos Aires, la pobreza se ha multiplicado por 10 (sí, diez veces) desde 1980, apenas en 30 años.
Ya dijimos de la benéfica influencia que ha tenido el sistema de asignación por hijo; una medida nacional acertada. Pero también la Provincia, la Municipalidad y cada habitante, debería preocuparse. Los políticos dicen conocer el tema, pero los avances son escasos y pareciera que no es un tema electoralmente aprovechable.
Y ya que hablamos de la comuna, ¿cuáles son las metas que existen en la nuestra y en toda esta región, relativo a ese tema? Muchos factores escapan a su jurisdicción y posibilidades, pero otros no. Las preocupaciones son manifiestas, tanto en organismos públicos como en entidades privadas que tratan de atenuar el problema. Pero ¿es suficiente? ¿Cuáles son las decisiones conjuntas que se toman y que se podrían tomar? Muchas veces, demasiadas quizás, se habla de lo que pomposamente se llama "políticas de Estado", inclusive en temas baladíes, sin tanta trascendencia. Pero el consenso social debería armonizarse y fijarse inclusive metas concretas, para que todos luchen en el mismo sentido. La población contribuye todos los días, en todos lados, por lo que puede deducirse que no habrá variantes ante un esfuerzo coordinado y general.
Bueno sería repasar toda la ayuda que en 2009 y primera mitad de este año, dio la Municipalidad a personas indigentes, para tener una aproximación a la realidad. Y ha crecido en relación a ello, al menos en algunos rubros, lo que aconteció en el primer semestre de este año.
El lector se preguntará, realmente, por qué el titulo de estas líneas. Es bastante sencillo: en idioma castellano, inopia es simplemente hambre y pobreza.
Fuente: lavozdelpueblo.com.ar

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