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miércoles, 26 de mayo de 2010

¡O juremos con gloria vivir!

Por Vicente S. Reale

El Bicentenario de la Revolución de Mayo es un tiempo propicio para reflexionar no sólo sobre nuestro pasado histórico sino qué futuro debemos construir para honrar la patria.

Intencionadamente he elegido encabezar esta reflexión con la paradigmática frase que pronunciara la muy querida Mercedes Sosa al finalizar de cantar nuestro Himno Nacional. Intencionadamente digo, al comenzar la conmemoración y celebración de nuestro Bicentenario como Nación.
Sí. Hoy, más que nunca ¡se trata de vivir! ¡Y de vivir con gloria, con dignidad, con justicia y en fraternidad!
Doscientos años no son muchos, pero tampoco insuficientes como para dirigir nuestra mirada interior hacia aquellas y aquellos que habitaron y "cultivaron" (en el más preñante sentido) durante siglos este territorio antes de la conquista española y que hoy consideramos nuestro, un "nuestro" que debe abarcar a quienes nos precedieron, a sus descendientes, a quienes hoy estamos y a quienes vendrán.
Dirigir, también, nuestra mirada hacia los hombres y mujeres que tuvieron la "osadía" de pensar y de querer una Patria para todos, los de ayer, los de hoy y los que nos continuarán.
Re-memorar, re-membrar es sabernos miembros de un pasado que se proyecta a un futuro. Mirada abarcativa y reflexiva sobre hechos y situaciones que son parte, hoy, de nuestra genética nacional. De una genética que puede y debe ser mejorada para continuar avanzando y para legar una vida más plena y esperanzadora a nuestros descendientes.

Re-memorar, re-membrar

Propongo, entonces, mirarnos y constatar cómo hemos madurado en tanto sociedad y en tanto individuos, desde la conquista de algunas certezas amasadas con aciertos y errores, con dolores y alegrías, con frustraciones y logros. Me cabe la certeza de que todos soñamos con un país "donde quepan todos" ,donde todos tengan "una casa y una mesa", "un presente y un futuro" y "el con qué".
Sabemos que toda construcción colectiva y comunitaria es trabajosa (lo experimentamos a diario en nuestra propia familia). Requiere diálogo sincero, aplacamiento de los intereses particulares, confianza mutua y trabajo perseverante. Una nación, como una familia, no están ya realizados con el "sí"" fundante e inicial. Es un empeñoso camino a recorrer, teniendo en cuenta todo lo de positivo y de endeble que hay en cada uno de nosotros.

1- Interpreto que la mayoría de los argentinos experimentamos que nos hemos ido "constituyendo" a través de un arduo itinerario en la búsqueda de vivir respetándonos mutuamente; que hoy existe mayor democracia que antaño; que hemos conquistado derechos individuales y sociales básicos para nuestra existencia; que se ha avanzado en la legislación social y ciudadana; que existe una mayor libertad de opinión y de opciones ciudadanas.
Considero, sin embargo, que todavía debemos dar pasos sustantivos en lo que se refiere a la participación directa de los ciudadanos en el control de la "gestión pública"; en lo que se ha dado en llamar la "reforma política", que incluye terminar de cortar el cordón umbilical que nos hace depender de Buenos Aires, poniendo, entonces, en práctica un verdadero y eficaz federalismo.

2- Es verdad que la Argentina fue siempre un país con muchas posibilidades económicas y que el "producto nacional" ha ido, normalmente, en crecimiento. Convengamos, de igual manera, en que la realidad de la pobreza y de la exclusión social -la de antes y la de ahora- es un tema aplacado y emparchado en ciertos momentos históricos con determinadas políticas sociales, pero de ninguna manera resuelto. La igualdad de derechos y de oportunidades establecida en nuestra Constitución debe ser más que letra escrita y declamada. Debemos tener en claro que pan sin trabajo es humillación y que trabajo sin pan es explotación.

3- Seguramente coincidimos en que pensar y realizar un país es generar cultura. Y no pienso sólo en folclore o artesanías, sino en vida, en valores culturales que nos identifiquen y representen; pienso en el sentido que damos a la vida y al trabajo; en la trascendencia que damos a la educación y a la instrucción; en los vínculos espirituales que nos ayudan a confraternizar entre nosotros y con otros pueblos y naciones; en la fiesta comunitaria y en la celebración que nos ayudan a honrar la existencia recibida y llevada adelante por cada uno y por todos.

4- Creo que aún tenemos una materia pendiente: debemos replantearnos, con sinceridad y objetividad, si el sistema económico-social en el que estamos insertos y del cual dependemos, colabora a lograr la efectiva justicia conmutativa, distributiva y social. Un esquema socio-político-económico que termina favoreciendo siempre a los que más tienen, ciertamente es un esquema errado e injusto y en nada contribuye a la convivencia digna, amable y pacífica que nos debemos los argentinos.

5- Cierto es que hemos avanzado mucho en los derechos reales de nuestros niños y adolescentes (derechos individuales, educación, salud, respeto social). Aun así, hoy millones de niños y adolescentes argentinos viven en la pobreza y miles de ellos mueren de hambre por año en un país donde sobra la comida. Esto no sólo constituye una inmoralidad y una irracionalidad sino que es la causa de una pauperización creciente y de un futuro para nada próspero y halagüeño. Esta catástrofe social se suma a la larga lista de niños mutilados por las secuelas de la desnutrición, el paco, el alcoholismo, la mendicidad, el maltrato, el trabajo infantil.

En perspectiva

Sería bueno y saludable para todos que, en el tricentenario que estamos comenzando, nos embarcáramos en un cambio de actitudes y de acciones desde la profundidad de nuestra "alma cívica", desde aquello que nos une, desde aquello que genera solidaridad, desde aquello de lo que podemos sentirnos orgullosos.
Hay que dejar de lado la hipocresía de hablar de "ellos" o de "este país" y hablar de "nosotros" y de "nuestro país". Es un problema moral, porque no es posible demandar a las instituciones y a otros, aquello que no sostenemos con nuestro propio ejemplo.
Está en nosotros la posibilidad de recorrer el camino entre 2010 y 2016 despejando dos incógnitas: "Cómo es" la Argentina que queremos para el Siglo XXI y "qué debemos hacer" -partiendo de lo que somos y tenemos- para lograrlo: con nuestro propio esfuerzo, resguardando nuestra autonomía regional y nuestra vigencia como sociedad libre con identidad propia unida al sueño de la Patria Grande.
Ojalá este presente nacional sea un momento providencial y privilegiado para potenciar nuestra identidad y nuestro destino como nación.
Es la Patria como la "casa de todos".
Casa de quienes hoy la habitamos y casa de quienes amamos y deseamos que estén.
Fuente: losandes.com.ar

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