Activistas de Greenpeace y otras corrientes sociales brasileñas se manifestaron este martes ante el propósito del gobierno brasilero de erigir una represa en el Amazonas, pese a que su impacto medioambiental ha sido cuestionado por la Justicia.
Las protestas se agruparon frente a la sede de la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (Aneel) en Brasilia, donde debía celebrarse la licitación de las obras de la represa, la cual fue cancelada por un fallo judicial.
Los abogados del Ejecutivo conducido por Lula todavía intentan revocar esta sentencia, a fin de poder realizar la subasta de la represa de Belo Monte y poner en marcha un polémico proyecto que supondrá desplazar a unos 50 mil habitantes originarios y campesinos de Altamira, municipio rural situado en el norteño estado amazónico de Pará.Con la intención de obstaculizar la posible realización de la subasta, un grupo de activistas de Greenpeace se hizo presente durante la madrugada de este martes ante la sede de la Aneel en un camión cargado con excrementos de caballo, cuyo contenido fue vaciado frente a las puertas del organismo oficial. Además, cinco manifestantes se encadenaron a los portones, donde intentarán permanecer para impedir la entrada de funcionarios en caso de que el Gobierno consiga revocar la sentencia que ordena suspender la subasta.
También colgaron carteles con duras frases, como una que dice "Belo Monte de mierda", y difundieron un comunicado en el que se condena "la herencia maldita que el Gobierno de Lula dejará para Brasil al insistir en esa obra". Esta acción de Greenpeace ha sido respaldada por decenas de indios y campesinos de Altamira, que también se concentraron en el lugar, donde se ha anunciado para hoy una masiva protesta de movimientos sociales que se oponen al proyecto.
La represa de Belo Monte costará 10.600 millones de dólares, generará en promedio 4.571 megavatios por hora y alcanzará un tope de 11.233 megavatios en las épocas de máxima crecida del río Xingú, uno de los principales afluentes del Amazonas. Su construcción obligará a inundar cerca de 500 kilómetros de selva amazónica, lo que ha generado duras críticas entre grupos ecologistas, indios, campesinos y hasta entre famosos de Hollywood, como el cineasta canadiense James Cameron, director de "Avatar".
La semana pasada, Cameron, junto a los actores estadounidenses Sigourney Weaver y Joel David Moore, dos de los protagonistas del taquillero filme, se unió a una protesta realizada por indios y campesinos frente a la sede de la Aneel en Brasilia. Según el Gobierno, Belo Monte es una obra clave para asegurar el suministro de energía eléctrica y atender la demanda creciente en la próxima década. No obstante, hasta el propio Ministerio Público ha denunciado el proyecto ante la Justicia, por considerar que "pondrá en riesgo la subsistencia" de miles de indios y campesinos, y porque viola normas constitucionales que regulan el desarrollo en tierras indígenas.
Fuente: Crítica de la Argentina
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