por Alejandro Finocchiaro *
Nuestro país ha impulsado diversos avances en las normativas que amplían, profundizan y consolidan los derechos de los niños, niñas y adolescentes. Estos marcos normativos guían las políticas públicas y en especial las vinculadas a la promoción de una educación de calidad e inclusiva.
Podemos decir que la educación inclusiva es aquella que, partiendo de la diversidad, busca que todos los alumnos obtengan su máximo desarrollo, modificando sus prácticas individuales y colectivas, eliminando las barreras que limitan el acceso, el aprendizaje y la participación.
Con el fin alcanzar un real acompañamiento escolar al interior del Sistema Educativo argentino, en 2016 el Consejo Federal de Educación (CFE), a través de la Resolución 311 aprobó el documento correspondiente a la “Promoción, acreditación, certificación y titulación de los estudiantes con discapacidad”. Esta Resolución insta a la mejora de las condiciones de la educación inclusiva y su aplicación en las distintas jurisdicciones para favorecer su implementación. Por otra parte garantiza que las personas con discapacidad puedan acceder a una educación primaria y secundaria de calidad y gratuita, en igualdad de condiciones con los demás.
Tras la aprobación de esta resolución, aumentó un 17% la matrícula de estudiantes con discapacidad incluidos en los diferentes niveles de enseñanza obligatorios (pasando de 77.081 a 90.345). Esto da cuenta de los avances en materia de inclusión en nuestro país, a partir de la mejora de los procesos de enseñanza como así también en materia del cumplimiento del derecho a la educación de los estudiantes con discapacidad, en igualdad de oportunidades.
Desde el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología entendimos que, para poder generar mejores políticas públicas primero teníamos que conocer cómo se da la inserción de estudiantes con discapacidad, dificultades específicas del aprendizaje o altas capacidades en todo el territorio, por eso actualizamos y desarrollamos nuevos instrumentos de relevamiento de la información tanto cuanti como cualitativa. Además desarrollamos instrumentos que den cuenta de los recursos y diversos obstáculos que se presenten en las instituciones educativas, a fin de establecer cuáles son aquellas barreras que limitan a nuestros alumnos y alumnas.
Por otro lado, iniciamos una serie de iniciativas para formar docentes y equipos jurisdiccionales con el objetivo de promover culturas escolares cada vez más inclusivas, así como también, el desarrollo e implementación de una planificación y un currículum más flexible. Durante todo el año hemos brindado videoconferencias para fortalecer los equipos provinciales y esta semana realizamos el II Simposio Internacional de Educación Inclusiva en Buenos Aires. Además, a través de un convenio con Samsung y en conjunto con el Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD), estamos ofreciendo una serie de cursos virtuales sobre diversas temáticas y problemáticas específicas como convivencia escolar, desarrollo infantil, dificultades específicas del aprendizaje y dislexia, los cuales han contado con la participación de más de 48.000 docentes.
Junto con UNICEF este año publicaremos “Educación Inclusiva: fundamentos y prácticas para la inclusión”, un conjunto de materiales educativos de difusión y capacitación para todas las escuelas del país. Por otro lado, y en el marco de la evaluación Aprender se desarrollaron materiales de autoevaluación destinadas a directivos y docentes para mejorar la trayectoria de los estudiantes.
El área de Educación Inclusiva de nuestro ministerio también recepciona e interviene ante situaciones problemáticas y/u obstáculos que excluyen los procesos educativos. Asimismo, a través de una línea nacional gratuita se reciben denuncias sobre situaciones que afecten a la convivencia escolar y/o situaciones de índole discriminatorias en el sistema educativo.
Como ya lo he dicho reiteradas veces, soñamos con una Argentina diversa. Convivimos con la diversidad en el trabajo, en la escuela, en la calle y en los distintos colectivos a los que pertenecemos. Educar en la diversidad nos aporta valores y nos hace enriquecernos como personas y como sociedad. Tenemos que entender a la diversidad como una oportunidad de aprendizaje colectivo, favoreciendo las condiciones necesarias para el cumplimiento de los derechos de todos los niños, niñas y jóvenes de nuestro país, priorizando cada una de sus potencialidades y no en el déficit o en aquello que no puede.
Estamos convencidos de que la educación será de calidad en tanto y en cuanto sea inclusiva, para todos y cada uno de los estudiantes.
(*): Ministro de Educación de la Nación, abogado, doctor en historia y docente universitario.
Fuente: lacapitalmdp.com
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