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miércoles, 2 de mayo de 2018

Pobreza en la Argentina: índices que causan un doble espanto

Print Friendly and PDF Una consultora - nos referimos a Econométrica, radicada en Buenos Aires-, fundándose en los datos de pobreza nacional correspondientes al segundo semestre del año pasado, ha elaborado un informe por el que además de analizarlos, efectúa una comparación con la situación en otros países de nuestra América Latina, Europa y el resto del mundo.


Es así como en el mismo se comienza por señalar que a fin del año pasado la pobreza en Argentina “cerró” –una expresión horrible tratándose de ni más ni menos que del porcentaje de pobres, aun escrita por economistas- en 25,7% de la población, equivalente a 11,4 millones de habitantes. El dato implica, se agrega, que 1,9 millones de personas dejaron de ser pobres en 2017.

A la vez, en lo que tiene que ver con los niveles de indigencia, en el segundo semestre del 2017 “se encontraban viviendo en esa situación el 4,8% de la población, lo que equivale a decir que 2,1 millones de argentinos viven en pobreza extrema”. Una acotación: entre ellos, como en el caso anterior se debe incluir a los inmigrantes a los que hemos dado cabida, y a los que precisamente por esa circunstancia consideramos como formando parte de nuestra comunidad.

De allí en más, aparecen cifras y glosas que darían la impresión de ser una suerte de elogio a la actual administración, ya que en el informe se señala “que tomando un mayor plazo y utilizando la actual metodología del INDEC, el índice de pobreza sería el más bajo desde el 2003, e incluso estaría por debajo de 1992 y 1998, A la vez que de los datos indicados en materia de indigencia, implicarían que 500 mil personas salieron de ella el último año, además que sería esa tasa sería la más baja desde el 2003. (Fuente: FMI)”.

Para comparar nuestros índices de “malestar social” con los de otros países latinoamericanos, se hace necesario advertir que para medir la pobreza cada país considera el costo de una canasta de bienes y servicios básicos, y luego estima que porcentaje de la población dispone de los ingresos para acceder a ella. Y que a la hora de intentar efectuar una comparación de los índices de pobreza de un país con los de otros, se hace presente el problema que la “canasta” de insumos que se utiliza en nuestro país difiere en composición y costo con la de los países con los que se efectúa la comparación.

Hecha esta salvedad, y teniendo por válido el procedimiento utilizado por esa consultora para “homogeneizar” todos esos cálculos, nos encontramos con que el Uruguay es el país con menor pobreza de la región, seguido por Chile. Ambos tienen una pobreza inferior al 10% de su población, según esa metodología. En tercer lugar se encuentra Argentina, con una pobreza levemente superior al 10% de su población (se recuerda que eso es el resultado de la “homogenización” de las “respectivas canastas”, pero no sirve para disfrazar nuestro número de pobres) . Le siguen Perú y Brasil con tasas de pobreza cercanas al 20%, y culmina la lista México y Colombia, con tasas de pobreza superiores al 25%, siempre utilizando la metodología que aplica la consultora indicada.

De allí en más se arriba a una conclusión más que molesta, cual es que se debe destacar que Argentina ya no es el país con menor tasa de pobreza de Latinoamérica, a pesar de que un poeta, hace de esto un siglo, nos definiera como “el país del ganado y de las mieses”.

En el informe además se destaca que la metodología para medir la pobreza en países desarrollados es diferente a la de países pobres. Se deja de usar como vara el costo de una canasta de alimentos y servicios básicos, dado que no es exigente y la tasa de pobreza daría cercana a cero. Es por eso que en el caso europeo el piso de ingresos monetarios para no ser considerado pobre se define como el 60% de la media de la renta nacional del año anterior. Algo que implica que en países con elevada renta per cápita, la exigencia monetaria para no ser considerado pobre, será sustancialmente más alta que el costo de una simple canasta básica. Y en concreto, que para no ser considerado pobre en países desarrollados de Europa, se necesita un piso de ingresos superior a los 700 euros mensuales por adulto o su equivalente. Agrega el informe que a modo de ejemplo, “en España el 22,1% de la población es considerada pobre por no disponer de ingresos superiores a 723 euros mensuales. Para el caso de Alemania, el 16,7% de su población es pobre, dado que no disponen de ingresos superiores a 1.018 euros mensuales por adulto equivalente. Esta misma metodología en países no desarrollados como Grecia, igualmente exige un ingreso monetario de 440 euros mensuales para no ser considerado pobre, condición que no cumple el 21,4% de su población”.

Por otra parte, en el informe se considera que en nuestro país, debería actualmente aplicarse una vara monetaria para medir la pobreza similar a países que salieron del socialismo como Rumania o Serbia, entre otros. Los tres países tienen una exigencia monetaria que no supera los 300 euros mensuales para no ser considerado pobre, y los tres países tienen al 25% de su población que no llegan a dicho nivel de ingreso.

De allí en más, el informe deja atrás la comparación resumida y los supuestos elogios a la actual administración, para efectuar una mirada crítica al pasado, en lo que radica lo que consideramos la parte más consistente y contundente del mismo.

Es así como se comienza con la indicación que en el periodo de destrucción de las estadísticas públicas que vivió Argentina (2007-2015), se llegó a decir oficialmente que el país tenía un nivel de pobreza de sólo 4,7% de su población. De allí, que nuestra tasa de pobreza era oficialmente inferior a la de Alemania (4,7% vs 16,7%), con la sutil diferencia que Argentina tras más de un lustro de distorsionar las estadísticas públicas llegó a lo irrisorio de usar una canasta equivalente a 50 euros mensuales para medir la pobreza, mientras que Alemania exige un ingreso superior a los 1.000 euros mensuales para no ser considerado pobre.

Se destaca a continuación que la Argentina tiene más pobres que en 1980 (Fuente: Banco Mundial), y que en las últimas décadas nuestro país por lo mismo que vivió un tremendo estancamiento económico, no sale airoso de una comparación con aquellos que fueron devastados por dos guerras mundiales, y en las últimas décadas se reconstruyeron y hoy disponen un ingreso per cápita, que de mínima duplica al de Argentina. Y lo que es peor que la comparación se vuelve amarga, aun cuando se la efectúa en relación a los denominados “países emergentes”. Tal el caso de China y otros que cuando dejaron atrás el socialismo estalinista en sus diversas variantes comenzaron a sacar a gente de la pobreza de a millones por año, proceso que continúa hoy día. En el periodo en el que el mundo, según el informe, sacó no menos de 2.500 millones de habitantes de la pobreza extrema, y en que Alemania llegó a pobreza cero, bajo cualquier parámetro latinoamericano. Mientras tanto nuestro país fue uno de los pocos países que elevó su tasa de pobreza según estimaciones del Banco Mundial.

De allí que quede corroborada la afirmación de un economista inglés de los inicios de la década del cincuenta del siglo pasado, en la que decía que el nuestro era el único caso de “un país desarrollado en vías de subdesarrollo”. Que es lo mismo que decir que nosotros los que nos creemos “los más vivos de todos”, somos en realidad los más tontos, por no decir otra cosa.

Pero no se trata de mirar hacia atrás, al mismo tiempo que dejar de “tirarnos con números” en nuestras permanentes discusiones. La realidad es que existen entre nosotros millones de compatriotas pobres con los que no estamos todos los hermanados como debiéramos. Y para constatarlo no hacen falta lograr concordar cifras. Basta con mirar en nuestro entorno, y después salir a recorrer el país. Y en abrir para ellos la posibilidad de una vida plena, está nuestra tarea.

Fuente: elentrerios.com

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