Por
Marcelo Moreno
Vuelven las clases tras el receso invernal, pero nada ha cambiado. Desde el inicio de este ciclo lectivo, cerca de dos millones de alumnos que cursan la primaria en la provincia de Buenos Aires han perdido definitivamente la oportunidad de no saber que no saben.
El principio socrático de la sabiduría, motor inmóvil del conocimiento, resumido en el “sólo sé que no sé nada”, no estará al alcance de ellos, ya que por una arriesgada decisión de la Dirección de Escuelas, ya no hay aplazos en la escuela primaria. Es decir, que un burro recontra diplomado, que tiene la certeza de que San Martín fue y es sólo un distrito del conurbano, y que dos más dos suman quince, será notificado que tiene un conocimiento regularón de las cosas de este mundo y nada de qué preocuparse seriamente.
Además, en los contadísimos casos en que ni siquiera el masivo “regular” pueda arañar, se aplicará el sistema del secundario: sobre seis materias del ciclo primario, podrán llevarse “previas” -es decir, para aprobarlas el año siguiente- dos.
Los argumentos que sostienen esta demencia no son menos delirantes: el principal afirma que las notas 1, 2 y 3 resultaban “estigmatizantes” para los alumnos. Para no precipitarlos a semejante trauma, la solución hallada consiste en arrojarlos a la ignorancia, esa pasión por el facilismo.
En suma, se trata de un sistema pensado para aprobar la primaria sin necesidad de conseguir sus saberes primarios. Con lo cual tendremos una vastísima cantidad de aprobados, ciegos en la sociedad del conocimiento.
Fuente: clarin.com
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