Desde 2000, Rehue capacita a chicos de escuelas secundarias para que hagan campañas de prevención sanitaria entre sus pares.
"Nos pusimos en el lugar de los adolescentes y jóvenes para saber qué es lo que necesitan", dice la pediatra Mónica Borile. A pesar de haber sido criada en Quilmes, se considera una patagónica "por adopción". La especialista en adolescencia se instaló, junto a su marido, en El Maitén, Chubut, a fines de la década del setenta. Poco despúes se trasladó a El Bolsón, Río Negro, donde vive.
En el hospital, en su consultorio y en la escuela donde trabajaba como profesora de biología, advirtió que los adolescentes, sobre todo aquellos que viven en zonas rurales o en sectores vulnerables de áreas urbanas, tenían interrogantes que no podían responder: desde temas vinculados con la sexualidad hasta otros que hacían a la violencia.
"Con un grupo interdisciplinario advertimos que la mejor forma de llegar a ellos y promover su salud integral era por medio de sus pares", cuenta.
Con esa idea, comenzaron a convocarlos en las escuelas y los clubes barriales para formarlos en temas que ellos consideraran relevantes como ámbitos de alimentación saludable, autoestima y orientación vocacional, entre otros.
"Se buscaba desarrollar capacidades que les permitieran tomar decisiones conscientes y autónomas sobre su propia salud".
Luego de esa experiencia, en 2000, Borile y otros profesionales -psicólogos, psicopedagogos, médicos, abogados y docentes- fundaron la ONG Rehue para promover la salud integral de los adolescentes. Se propusieron capacitarlos para que pudiesen realizar una labor preventiva y de educación. De modo que se convirtieran en agentes multiplicadores. "Una vez que los convocamos, los chicos tienen que hacer, en el marco de un seminario, una determinada cantidad de talleres durante un año. Y luego, ya formados como referentes funcionan como facilitadores voluntarios para llegar a otros jóvenes".
Rehue es una palabra de origen mapuche que significa "lugar donde pasa algo". Según Borile, "era el sitio donde la machi (referente espiritual y curandera) convocaba a la comunidad. Éste es un concepto clave. "Hay un proverbio africano que dice que para criar a un niño se necesita a toda una aldea. Es un compromiso de la sociedad sostenerle la mirada a nuestros adolescentes y jóvenes, escucharlos y darles el espacio que requieren".
A poco de comenzar con la ONG, el equipo reparó en que los adolescentes tenían poca comunicación con los adultos. Entonces, las capacitaciones se extendieron a los docentes, los padres, los alumnos universitarios y profesionales. La demanda de formación se expandió a otras provincias e, incluso, a países vecinos.
Hace tres años, Borile fue elegida presidenta del Consejo Ejecutivo de la Confederación de Adolescencia y Juventud de Iberoamérica, Italia y el Caribe (www.codajic.org), una organización internacional que promueve el autodesarrollo integral de la adolescencia en toda la región, especialmente en aquellos que viven en situaciones de extrema pobreza y marginalidad. Desde su cargo, impulsa el intercambio de conocimientos y experiencias interdisciplinarias entre jóvenes y profesiones de distintas culturas.
Que los adolescentes conozcan sus derechos y reclamen su cumplimiento es clave. "Queremos que se instalen servicios amigables de atención a la salud para jóvenes en todas las provincias del país y en la región: consultorios con personal capacitado para trabajar con ellos, donde puedan sacarse las dudas y empezar a elaborar un proyecto de vida", dice. "En la franja de la adolescencia es donde tenemos los mayores índices de mortalidad por accidentes de tránsito, suicidios y alcohol, entre otras problemáticas. Si bien no hay recetas para trabajar, hay que mirarlos, escucharlos y darles espacios", indica.
Para conocer más sobre la labor de Rehue y consultar sobre capacitaciones, escribir arehueong@gmail.com o ingresar a www.rehueong.com.ar.
Fuente: lanacion.com
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