En Manos Abiertas trabajan más de 800 en varios programas que buscan contener a las personas que más lo necesitan.
Entre los más de 800 voluntarios que forman parte de la Fundación Manos Abiertas en la provincia de Córdoba, se esconden anécdotas como la que cuenta su fundador. el padre Ángel Rossi.
El sacerdote jesuita recuerda a Ángel, la primera persona que llegó al hospedaje que la ONG tiene para personas en situación de calle. "Todos estábamos encima de él. Casi muere por caridad, y no por dormir a la intemperie", bromea.
Antes de que Ángel se fuera a dormir, uno de los voluntarios le dijo: "Cualquier cosa que necesités, me levantás". Y el hombre, según narra el sacerdote, se puso a llorar como un chico.
Cuando el padre Rossi vio la escena, tuvo una revelación: "Ahí me di cuenta de que las palabras del voluntario lo habían llevado a don Ángel a su infancia. Le dimos ropa y comida. Sin embargo, lo que más lo cobijó, misteriosamente, fue esa frase".
Historias como ésta se viven a diario en las nueve obras que impulsa la fundación. Además del hospedaje, conducen ocho programas que tienen como foco la educación, la salud, la infancia, los cuidados paliativos y la promoción social.
La organización que nació en Buenos Aires en 1992 se replicó en Córdoba y fue creciendo en el interior del país. Hoy cuenta con distintas delegaciones en Salta, Chaco, Jujuy, San Juan, Entre Ríos, Mar del Plata, Santa Fe, la provincia de Buenos Aires y la Capital. Entre todas, suman 42 obras y programas.
"Tenemos una sana obsesión por atender a los más necesitados con la mayor delicadeza y cariño posible. El trato es de calidad y, quizás, ésa es la gran clave, más que la genialidad o profesionalidad de las personas", explica el padre Rossi y remarca que los voluntarios son el motor de Manos Abiertas.
VOCACIÓN
Mari es voluntaria en Casa de la Bondad, otra de las obras de la fundación. Allí, ayuda a pacientes que están solos o que no tiene recursos, a atravesar la última etapa de una enfermedad. Ella trabaja en este lugar desde la inauguración hace 14 años, cuando al abrir sus puertas se convirtió en el primer hogar del país dedicado a cuidados paliativos.
"Empecé siendo parte del personal rentado. Me jubilé y ahora vengo como voluntaria porque este lugar me tira. Te vas recompensada en todo sentido de acá", relata.
"Todos los días, los pacientes te muestran que esto es lo tuyo, el lugar donde tenés que estar", cuenta Marcela, otra de las voluntarias del hogar. Junto a ella está Rubén, que se moviliza en silla de ruedas
Cuando termina de hablar, el hombre toma, con una pajita de colores, el vaso con leche que le sirvieron y se suma a la conversación: "Estoy contento acá. Ya les dije que no me quiero ir. Me gusta el trato que tienen y cómo nos atienden los voluntarios. Todo me gusta, salvo la comida", dice en broma, mientras mira a una de las voluntarias encargada de la cocina. Y agrega: "Así estamos todo el día: haciendo bromas".
A varias cuadras de Casa de la Bondad se encuentra el equipo de voluntarios de la obra "Caminar de nuevo", que acompaña a mujeres, adolescentes y niños con VIH/sida. Los objetivos del programa son ayudar a que este grupo se reinserte en sus ámbitos familiares y sociales y que esté incentivado para comenzar y mantener el tratamiento médico. Muchas de las madres participan del taller de costura que brinda la Fundación. De esta manera, lo que se busca es que puedan aprender un oficio.
Los productos que confeccionan con telas donadas -manteles, repasadores, bolsos y toallas, entre otros- dejan en claro que hay mucho talento, además de ganas de aprender.
En el taller necesitan tres máquinas de coser eléctricas. Por eso, quienes quieran colaborar o conocer otras formas de ayudar pueden escribir a mcmartinez@manosabiertas.org.ar . Para más informaciónwww.manosabiertas.org.ar.
Fuente: lancacion.com
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