El Barómetro de la Deuda Social de la Infancia reconoce avances a nivel nacional en la situación de los estudiantes argentinos desde 2007, pero observa que las mejoras siempre son menores para la clases bajas. “La escuela reproduce la falta de recursos que sufre cada hogar, es decir, las desigualdades”, dice a Clarín Ianina Tuñón, socióloga y autora de la investigación de la UCA.
El trabajo analiza aspectos como la repitencia, la falta de inclusión de chicos en el nivel inicial de escolarización, el déficit en educación secundaria y las carencias en la oferta que la escuela brinda a los alumnos en computación, idioma extranjero y educación física . También, la incidencia del apoyo extra escolar. En todos los casos las clases bajas y muy bajas tienen los peores índices.
Sólo 5 de cada 10 chicos de 3 y 4 años de clase baja va al jardín, mientras que en los niveles altos la relación es de 8 de cada 10. En el nivel primario, a 6 de cada 10 chicos de clase baja no les enseñan un idioma extranjero , mientras que en la clase alta sólo no lo aprenden 2 de cada 10. La explicación más contundente (según muestran los índices discriminados) es la debilidad de la escuela pública.
Desde 2007, el déficit de idioma extranjero pasó de 52,2% a 40,5% para chicos de 5 a 12 años. Pero la desigualdad ha tendido a incrementarse en el mismo lapso: la caída del déficit en el 25% de los chicos más pobres fue del 5,2 % y en el 25% más rico fue del 19,6%.
“Entre los niños ricos todo se multiplica”, explica Tuñón, y argumenta: “No sólo la mayoría va a escuelas privadas, que son las que cuentan con mayores recursos, sino que también son los que más cantidad de clases de apoyo tienen fuera del colegio”.
Si bien el plan oficial “Conectar-Igualdad” busca revertir la carencia de PC’s, al mismo tiempo allí se ven desigualdades: en la Ciudad ya se entregó el 32% de las netbooks previstas, mientras que en otras provincias (Tierra del Fuego, San Juan, La Pampa) todavía no se distribuyó ninguna. Según Tuñón, “las mejoras llegan primero a los que menos las necesitan”.
En el nivel secundario, el déficit en la enseñanza de computación es menor al registrado en el nivel primario y tuvo una tendencia positiva. En 2007, el 39,4% de los adolescentes no accedían a este recurso y en 2010 el 26,2% sigue en igual situación. Pero las desigualdades sociales todavía son fuertes: el déficit entre los adolescentes más pobres duplica al registrado entre sus pares más aventajados.
Tuñón agrega que para revertir este escenario hace falta “decisión política”. Y explica que “ en las villas deberían tener las mejores oportunidades educativas , los mejores maestros y los mejores recursos. Sin embargo, se da lo contrario”.
La especialista remarca que “en el pasado la escuela argentina producía un piso mínimo de igualdad” y que “a mediados de la década del 70 se dio un quiebre. La calidad de la educación para los más pobres empeoró desde entonces y ahora tenemos una oportunidad histórica (por cantidad de recursos disponibles) que se está desaprovechando”.
Fuente: clarin.com
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