Es una noche fresca y la plaza del Congreso está desierta. A pesar de la oscuridad, un farol alumbra a personas que se aglutinan en un rincón sobre la calle Hipólito Yrigoyen. Todas ellas esperan la vianda metálica con guiso caliente que entrega un voluntario sonriente.
El gesto es parte del trabajo solidario que realiza el grupo Manos que Ayudan, que reparte alrededor de 400 comidas por semana a las personas en situación de calle en las zonas de Tribunales, Congreso, Palermo y Retiro, en esta ciudad.
Pero cuando recién comenzaron, en mayo de 2010, antes del crecimiento sostenido y gradual que registró la fundación, repartían solamente 20 viandas en el barrio de Palermo.
Todo comenzó con una simple y bienintencionada motivación de hacer algo por los demás que se plasmó a la semana siguiente en una acción concreta. Un grupo de amigos que pertenecían a la Fundación Arte de Vivir se juntaron un domingo a cocinar 20 porciones y luego salieron a la calle a repartirlas entre gente de la calle.
"Todo surgió como si fuera algo fácil: estaban las ganas y era sólo cuestión de empezar", recuerda Valeria Tula, voluntaria de la organización. "La plata la poníamos nosotros y cada uno ayudaba en lo que podía -cuenta-. Yo, por ejemplo, no sabía cocinar y entonces me encargaba de pelar la verdura."
Los voluntarios advierten que no hacen asistencialismo, ya que la vianda es sólo una excusa para generar un vínculo. Es que al realizar el recorrido por las calles porteñas los voluntarios saludan a las personas por sus nombres y están al tanto de sus preocupaciones.
Comida y amor
"Ellos por lo general están acostumbrados a que les den comida pero no amor. Es muy doloroso ver que muchas veces se convierten en actores invisibles de la ciudad, cuando ellos tienen una necesidad imperiosa de que los escuches y los valores como a un igual", dice Gian Sacerdoti, otro de los voluntarios.
El grupo está conformado por 40 voluntarios que los lunes y martes participan en la preparación y posterior distribución de las viandas.
La comida, por lo general, consiste en un plato nutritivo de lentejas o arroz con verduras junto con una fruta y agua. Además, ponen a disposición de la gente a la que asisten cursos gratuitos de meditación y respiración de la Fundación Arte de Vivir.
El objetivo del grupo es llevar esperanza y convertirse en el empujón inicial que muchas veces estas personas necesitan para salir adelante. El grupo recibe donaciones de comida de hoteles, restaurantes y de individuos particulares.
Todos los que quieran colaborar con ellos pueden comunicarse vía e-mail a:
lasmanosqueayudan@gmail.com, o para conocer más acerca de su trabajo pueden buscarlos en Facebook con el nombre de usuario Las Manos Que Ayudan.
La necesidad de vínculo es mutua. Tula admite que antes nunca había tenido un lugar en el cual sentirse útil. "Aprendés a valorar las cosas y además te das cuenta de que lo importante pasa por otro lugar que no es el mundano", finaliza Emanuel Cabrenazi, otro de los voluntarios.
Fuente: lanacion.com.ar
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