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domingo, 13 de febrero de 2011

Recuperar la cultura del trabajo


por Daniel Bescos (*)

“El genio comienza las grandes obras, pero sólo el trabajo las acaba”. Joseph Joubert

Decimos de la Argentina que es un crisol de razas. ¿Quién de nosotros no tiene un pasado relacionado a los inmigrantes? Inmigrantes cuyos ideales eran el trabajo y el esfuerzo.

Nuestros antepasados llegaron a estas tierras provenientes, sobre todo, de Europa y sólo pretendían que se les faciliten herramientas de trabajo. El escenario ha cambiado en la Argentina. Los inmigrantes que recibimos ya no provienen del Viejo Mundo, sino que la mayoría pertenecen a países limítrofes; países con tanto o más “problemas de desarrollo” que el nuestro.

No implica esto una manifestación contra la inmigración, pero sí un llamado de atención a la falta de una política inmigratoria adecuada en nuestro país, que se pone de manifiesto toda vez que llega un inmigrante en busca de trabajo, una vivienda digna y bienestar, y termina obteniendo subsidios y planes sociales.

Juan Domingo Perón, que tuvo muy claro el concepto filosófico del trabajo y lo entendió como un valor supremo y única herramienta de todo aquel que pretendiera un lugar en la sociedad para sí y para su familia, promovió la educación técnica organizando las escuelas de enseñanza técnica en Escuelas de Aprendices, de Artes y Oficios, Industriales y Monotécnicas. La habilitación de estas escuelas benefició a muchos jóvenes trabajadores que, luego de las jornadas de trabajo, pudieron seguir estudiando y perfeccionándose.

PÉRDIDA. Hoy en día mucho se ha perdido de esa concepción de lograr todo con esfuerzo, de trabajar y estudiar, y podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que en la Argentina se ha ido perdiendo la cultura del trabajo.

Y, precisamente, una cuestión a tener en cuenta para hacer una valoración de la falta de “cultura del trabajo” que caracteriza a los argentinos es la infinidad de planes sociales existentes, herramienta ésta muy poco alentadora si sigue acrecentándose la política interminable de asistencialismo; que muchas veces se presta a promover el clientelismo.

Tenemos muchas generaciones que están creciendo a merced de planes sociales. ¿Qué le estamos transmitiendo a estas generaciones? Hace muy poco se publicó un informe con una cifra alarmante de jóvenes argentinos que no trabajan ni estudian: dos de cada diez. ¿Podemos hablarles a estos jóvenes de cultura del trabajo?

Los planes sociales pueden ser un paliativo a la desocupación, pero ella se revierte definitivamente con la generación de puestos de trabajo, con políticas de Estado que apunten claramente al crecimiento de las industrias, a mejorar la educación y la salud y a poner frenos a los problemas de inseguridad.

La Argentina es uno de los países más ricos de Latinoamérica; en el mundo ocupa el lugar noveno por su riqueza en recursos naturales, según el informe “Planeta Vivo 2010”.

Sus recursos son codiciados por los países desarrollados: variedad de climas que permite una variedad de cultivos; buenos suelos y un importantísimo volumen de reservas de agua dulce, entre otros.

Pese a ello tiene índices de pobreza alarmantes que lo ubican hasta delante de algunos países africanos.

No podemos negar que la implementación de la Asignación Universal ha sido acertada, pero no podemos conformarnos con este paliativo temporario, sobre todo si consideramos los índices de inflación; ni contentarnos diciendo que gracias a la Asignación Universal muchos niños y jóvenes volvieron a la escuela.

Tampoco podemos afirmar, como se ha publicado recientemente, que gracias a la Asignación Universal la indigencia se redujo a la mitad.

Los montos percibidos en concepto de esta asignación están muy lejos de poder rescatar a la población de la indigencia y en ello juega nuevamente un rol sumamente negativo la inflación en nuestro país, que día a día se va acrecentando, afectando los salarios de todo el sector, público y privado, independientemente de los estratos sociales a que se pertenezca.

Entre las primeras medidas de la flamante presidenta de la República de Brasil, Dilma Rousseff, está el plan para erradicar la indigencia en ese país vecino, pero su plan estará centrado en la inclusión productiva, la ampliación de la red de servicios y la profundización de los programas de transferencia del ingreso, plan éste iniciado por Lula Da Silva.

Creo que el hermano país de Brasil va camino al desarrollo con equidad. Quisiera albergar la esperanza de que nosotros seamos capaces de retomar la iniciativa en el mismo sentido para poder recuperar nuestra cultura del trabajo, que hemos ido perdiendo en estos últimos años, y no conformarnos con que nuestros hijos vayan a la escuela por una mísera Asignación Universal o por un plato de comida, y así recuperar también el concepto de hogar como centro de todas las actividades que promocionan a la persona humana y dejemos de ver nuestros hogares simplemente como un lugar donde estamos de paso.

(*) Diputado provincial

Fuente: eldiariodeparana.com.ar

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