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Por Alejandro Boresztein
Creo que la comprendo mejor que muchos.
Tal vez no lo haya notado, pero desde el 27 de octubre no volví a escribirle, ni a darle mi opinión, ni nada, porque creo saber cuándo el humor es viable y cuándo es mejor dejar pasar un ratito. Pero como esta es la última nota del año, me pareció oportuno retomar el contacto, manteniendo el espíritu de siempre.
En principio, dudé con el título. “Estimada Compañera Jefa” era poco (me hubieran dicho que soy un amargo). “Querida Compañera Jefa” era mucho (me hubieran dicho que me volví loco). Así que opté por el “Compañera Jefa” a secas, que es bastante sobrio, pero puesto en la página 2 del maldito monopolio, no deja de ser un bombazo para todos los cipayos vendepatrias que usted puede encontrar a partir de la página 3, empezando por Hermenegildo Sábat quien, como usted denunció públicamente en su momento, es el más peligroso de todos (quien lo diría, con esa cara de buena gente que tiene).
Recuerde que yo había arreglado con el Compañero Jefe, por una módica suma, operar desde esta ubicación privilegiada e intentar saltar a la tapa del diario. Como ve, ya estoy cerca y creo que puedo meter algún título a favor. No me pida un: “ Don Corleone lanzó su candidatura” porque sería muy alevoso, pero algo tipo: “Ahora dicen que vuelven Duhalde y la Chiche” podría conseguirlo. Si le gusta, le podría agregar un: “Miramelós” al final del titular. También le puedo intentar un “Cobos sigue atornillado al sillón”. Los muchachos de la Cámpora me pidieron un “ Andate Cobos, la p … que te p …”, pero me pareció que todavía no es el momento. En mayo o junio, si todavía no renunció, lo charlamos.
Mientras tanto, le escribo estas líneas de fin de año. No le voy a dar consejos ni recomendaciones, porque sería una impertinencia y porque me imagino que, a esta altura, debe estar harta de la gente que le quiere dar consejos y recomendaciones. Además no los necesita.
Salvo algún que otro piedrazo, las cosas van fenómeno. La oposición está diezmada y encima les estamos choreando sus principales banderas. Por ejemplo, después de años de jorobar con el tema de la inseguridad, usted les tapó la boca con el envío de 6000 gendarmes a la provincia. Y eso que la inseguridad, como siempre dijimos, es sólo una “sensación”. Aunque por la cantidad de gendarmes que mandamos, debe ser una “sensación” de la gran flauta.
La oposición también dice que la pobreza sigue intacta y que la redistribución de la riqueza es un verso. Se quejan de puro contreras, porque la redistribución de la riqueza está a la vista: un poco para Ricardo Jaime, un poco para algunos sindicalistas, un poco para los amigos de Santa Cruz y así la cosa se va redistribuyendo. El tema de los pobres es un problema aparte. No los inventamos nosotros. Están allí desde siempre.
Mi pedido tiene que ver con los cambios en el gabinete y los rumores que andan dando vueltas por ahí. Usted tiene todo el derecho de rajar a quien quiera, pero le pido humildemente que antes de echar a alguien, lo piense bien. Hay tipos que son imprescindibles para usted, y también lo son para mí. Empezando, obviamente, por Aníbal. Se lo digo de frente, Jefa: afloje un poco. El tipo anda caído. Seguramente, por los funcionarios que usted le echó y el poder que le recortó (una curiosidad: el verbo “recortar” suele usarse tanto cuando se habla de poder, como cuando se habla de bigote, eventualmente para el flequillo, pero no es el caso). Pero también dicen que está muy preocupado porque habría un asentamiento ilegal en la zona sudoeste del gigantesco parque que se esconde debajo del bigote. Aparentemente, los okupas vivían tranquilos dentro de la espesa selva subnasal, sabiendo que, para el Compañero Aníbal, la usurpación del espacio público no era delito, sino una mera protesta. Pero en cuanto usted lo sopapeó y lo mandó a decir por televisión que quienes usurpen espacios públicos no recibirían ni ayuda social ni planes de vivienda, comenzaron los disturbios. El Jefe de Gabinete está desorientado: no sabe si reprimirlos, desalojarlos, negociar o regalar subsidios. Ayúdelo. El bigote de Aníbal es el Rosedal del kirchnerismo: un espacio público para la sana diversión de todos. No me lo eche, por favor.
También le pido por Boudou. Dicen que usted se lo quiere sacar de encima mandándolo de candidato a Jefe de la Ciudad. Presentó su candidatura acompañado por Moyano, por lo que se deduce que el ministro es un gran conocedor del electorado porteño. Por favor, déjelo en el gabinete. El tipo es muy valioso. Según él, no hay inflación o al menos donde está él no hay mucha inflación . Al costado sí, enfrente sí, en mi casa sí, en lo de mi primo sí, en la Bombonera sí. Hasta en Olivos hay inflación (desde el helicóptero no se ve, pero le juro que hay). Sería una pena perderlo: Amado Boudou es el único lugar de la Argentina donde la inflación no existe.
Por último, el pedido más importante: prométame que no lo va a echar a Timerman. Yo me imagino que usted a la mañana, se despierta, se lava la cara, se mira al espejo y se pregunta: “ ¿Me lo banco un día más o lo echo a la mierda de una buena vez?” Yo sé que es un plomo, pero téngale paciencia. El gobierno necesita un intelectual reconocido, un diplomático exquisito y un peronista histórico comprometido con la causa popular. Mientras buscan uno, divirtámonos con Timerman.
Como ve, lo mío son humildes pedidos. Mientras propios y ajenos especulan con su candidatura, con el rearmado de la estructura de poder, o con cualquiera de esos asuntos, yo sé que sus noches transitan por otros temas. Más allá de perder a su compañero de vida y de política, quizá lo más duro es que sus hijos perdieron al padre . Contener el dolor de los hijos es una de las cosas más difíciles de enfrentar. Triste coincidencia: sus hijos hace dos meses perdieron al papá, y los míos, hace un mes, perdieron a la mamá. Como le dije al principio, creo que la comprendo como pocos. Ni usted ni yo vamos a tener el mejor fin de año.
Pero hay que pensar en el 2011. Posiblemente, la cosa levante temperatura. Será un año difícil, tormentoso, posiblemente divertido. Pero, estoy seguro, será menos doloroso. Levanto mi copa por usted y por todos nosotros.
Hay que seguir adelante. Pese a todo, felicidades. Fin de temporada.
Fuente: clarin.com.ar
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