Por María Laura Favarel / La Capital
En el corazón de barrio Ludueña funciona una escuela con 650 alumnos que... recibe la copa de leche: una taza y una factura. Pero la realidad es desgarradora: los pibes se quedan con hambre y los docentes, preocupados. Esto no les fue ajeno a los más grandes del cole, adolescentes de 16 y 17 años que sin dudar armaron una cooperativa para juntar fondos y sumarles alimentos a los chicos del barrio. El plan fue poner un quiosco y con lo que ganan comprar más facturas y alfajores para engrosar el desayuno y la merienda. Lo lograron y hoy al menos en ese rincón de la ciudad, la única comida del día que reciben centenares de chicos es un poco más abultada.
“Cambiamos asistencialismo por trabajo, queja por acción”, señaló el director de la escuela pública de gestión privada Don Bosco (perteneciente a la comunidad salesiana, al igual que el colegio San José), Raúl Pedrezoli.
Allí el trabajo es a pulmón y si bien el Estado brinda la copa de leche, se nota que es escasa; para muchos chicos se trata de lo único que ingieren en el día. Sin embargo, más que pedir que el Estado lo solucione, pensaron en intentar algo desde las aulas y hablaron con los más grandes.
“Un día vino la maestra de primaria, Silvia Forchino, y nos pidió ayuda para resolver el problema de los chicos que se quedaban con hambre”, contó Johana González, de 5º año. Y se pusieron en acción. En junio de este año armaron la cooperativa escolar “Vamos x más”.
A los tres meses de haber empezado ya habían logrado un objetivo fundamental: aumentar la ración de la copa de leche de los turnos mañana y tarde. Ahora, a la única factura le suman otra o un alfajor.
“En la escuela hay de todo, y así como algunos no comen en sus casas, otros compran en los quioscos de la zona”, explicó Pedrezoli. Los chicos de la secundaria decidieron poner un quiosco dentro de la escuela, y con las ganancias comprar algo que reforzara la escuálida copa de leche.
“Nos dio una alegría enorme ver que podíamos ayudar”, remarcaron (ver aparte).
“Después de un fin de semana les pregunté a los chicos qué habían comido y uno me contestó: pan con leche. Ese había sido todo su alimento”, contó Forchino. “¿Cómo vamos a pedirle a un chico que sus neuronas funcionen al 100% si esa es toda la proteína que recibe?”, se preguntó alarmada la docente.
“La situación no daba para más y entre los profesores surgieron ideas”, continuó. Empezaron a traer tortas y los chicos del secundario vendían las porciones por centavos, pero con eso lograron un fondo que sirve ahora para comprar alfajores y dárselos en forma gratuita.
La cooperativa no sólo sirvió para dar de comer, también afianzó valores como la solidaridad, el compromiso y la responsabilidad. “Vimos como crecieron, se pusieron una meta y la lograron, se dieron cuenta de que podían, reforzaron su autoestima y se dieron cuenta de que el trabajo en equipo es fundamental”, recalcó el director de la escuela .
Fuente: lacapital.com.ar
“Cambiamos asistencialismo por trabajo, queja por acción”, señaló el director de la escuela pública de gestión privada Don Bosco (perteneciente a la comunidad salesiana, al igual que el colegio San José), Raúl Pedrezoli.
Allí el trabajo es a pulmón y si bien el Estado brinda la copa de leche, se nota que es escasa; para muchos chicos se trata de lo único que ingieren en el día. Sin embargo, más que pedir que el Estado lo solucione, pensaron en intentar algo desde las aulas y hablaron con los más grandes.
“Un día vino la maestra de primaria, Silvia Forchino, y nos pidió ayuda para resolver el problema de los chicos que se quedaban con hambre”, contó Johana González, de 5º año. Y se pusieron en acción. En junio de este año armaron la cooperativa escolar “Vamos x más”.
A los tres meses de haber empezado ya habían logrado un objetivo fundamental: aumentar la ración de la copa de leche de los turnos mañana y tarde. Ahora, a la única factura le suman otra o un alfajor.
“En la escuela hay de todo, y así como algunos no comen en sus casas, otros compran en los quioscos de la zona”, explicó Pedrezoli. Los chicos de la secundaria decidieron poner un quiosco dentro de la escuela, y con las ganancias comprar algo que reforzara la escuálida copa de leche.
“Nos dio una alegría enorme ver que podíamos ayudar”, remarcaron (ver aparte).
“Después de un fin de semana les pregunté a los chicos qué habían comido y uno me contestó: pan con leche. Ese había sido todo su alimento”, contó Forchino. “¿Cómo vamos a pedirle a un chico que sus neuronas funcionen al 100% si esa es toda la proteína que recibe?”, se preguntó alarmada la docente.
“La situación no daba para más y entre los profesores surgieron ideas”, continuó. Empezaron a traer tortas y los chicos del secundario vendían las porciones por centavos, pero con eso lograron un fondo que sirve ahora para comprar alfajores y dárselos en forma gratuita.
La cooperativa no sólo sirvió para dar de comer, también afianzó valores como la solidaridad, el compromiso y la responsabilidad. “Vimos como crecieron, se pusieron una meta y la lograron, se dieron cuenta de que podían, reforzaron su autoestima y se dieron cuenta de que el trabajo en equipo es fundamental”, recalcó el director de la escuela .
Fuente: lacapital.com.ar
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