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miércoles, 1 de septiembre de 2010

(Argentina) Más señales de declive educativo

El declive de la educación pública argentina es la consecuencia de un largo proceso de desjerarquización de la docencia y de desidia en el mantenimiento de la infraestructura escolar.
Estos aspectos estructurales todavía no reciben respuestas adecuadas y no se subsanarán con la entrega de computadoras a los alumnos, una determinación onerosa que corre el riesgo de no provocar cambios significativos al estar desconectada de políticas sustantivas en el área educativa.
Tanto los paros de los docentes porteños como la veintena de tomas de escuelas secundarias por parte de sus alumnos, más allá de las motivaciones e intereses políticos coyunturales, hunden sus causas en esas dos coordenadas básicas de la educación. A diferencia de los países de mayor calidad de vida, en el nuestro la profesión docente ha sido objeto de un maltrato institucional que la degradó económica y culturalmente, provocando una fuerte erosión de los soportes vocacionales y simbólicos que han tradicionalmente acompañado a maestros y profesores. Con ellos pauperizados y débilmente capacitados, el rendimiento en las aulas se resiente por la falta de modelos que conjuguen pasión por el saber y responsabilidad ética con el merecido reconocimiento social y un nivel adecuado de retribución económica. A su vez, es penoso constatar que las escuelas donde se introducirán computadoras personales no cuentan con el mantenimiento edilicio necesario. Además, la escasa innovación de la infraestructura escolar obstaculiza la pronta escolarización de los chicos y el cumplimiento de la obligatoriedad de la escuela secundaria.
Las deficiencias en el área de educación se registran, aunque con diferencias, en todo el país, en una dirección que es la opuesta a aquella que en el pasado enorgulleció a toda nuestra comunidad. Para revertir este proceso que agrava la exclusión y la desigualdad social se requiere una política de Estado consistente y sostenida a largo plazo. Sólo de ese modo la actual inequidad educativa, que refuerza la marginación juvenil, podrá comenzar a ser contrarrestada.
La desjerarquización de la docencia y el deterioro de la infraestructura son signos de declive educativo que sólo se revertirá con políticas de Estado y de largo plazo.
Fuente: clarin.com

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