Las villas y la multitud creciente de asentamientos en la Ciudad y el Gran Buenos Aires muestran el rostro más crudo de la exclusión, pero también son el testimonio más elocuente de las falencias y omisiones de la intervención estatal.
El abandono estatal provoca deficiencias en el acceso a servicios básicos como salud y educación, obstaculiza un adecuado uso del espacio, el mantenimiento de la higiene, la provisión segura de agua potable y luz, y deja también que proliferen asentamientos en áreas que van desde espacios linderos a las vías ferroviarias hasta veredas debajo de las autopistas.
Y es también en la dimensión de la inseguridad donde la falla del Estado causa perjuicios cruentos. Como de manera contundente se muestra en la película “La 21, Barracas”, actuada por más de dos centenares de vecinos de la villa que se encuentra a unas veinte cuadras del Congreso, en los asentamientos rige la ley del más fuerte y se practica la justicia por mano propia porque la Policía no entra y el Estado cede funciones básicas.
La búsqueda de manipulación y favoritismo político apenas impulsa medidas erráticas, mientras la ausencia de políticas públicas racionalmente articuladas y sostenidas, destinadas a las personas que viven en villas y bajo las condiciones más desfavorables, es la responsable final de espirales de violencia, libre circulación de armas y drogas y del crecimiento de los chicos en ambientes carentes de normas, configurando un escenario que recicla y amplía la marginación y sus consecuencias.
Las villas y los asentamientos testimonian las falencias en la intervención estatal en el campo social. Las políticas públicas son erráticas e influidas por el favoritismo político.
Fuente: clarin.com
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