Los organismos intergubernamentales crecen, pero falta una incidencia efectiva de la sociedad civil sobre la agenda regional y sus políticas.
A juzgar por las experiencias de los últimos años, las organizaciones hemisféricas y regionales de América latina y el Caribe han logrado promover la superación pacífica de disputas y conflictos entre estados y mantener la paz en la región. De hecho, la región es considerada, desde la perspectiva de los conflictos interestatales, como una de las más pacíficas del planeta .
Sin embargo, mientras que prolifera la creación de organizaciones intergubernamentales de diverso cuño en América latina y el Caribe, el déficit democrático de la participación ciudadana en la agenda regional se incrementa . Esta situación se hace evidente en los nuevos organismos de integración regional y subregional.
Si bien Mercosur dispone del Foro Económico y Social, predominantemente focalizado en una participación tripartita de representantes de gobierno, del sector empresarial y de los sindicatos de cada país, y de iniciativas como Somos Mercosur y otras similares a nivel municipal y académico, que abren la participación a otros sectores sociales organizados , ni la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA), ni la Unión de Naciones de Sudamérica (UNASUR), ni la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CEALC), actualmente en formación, han desarrollado mecanismos de participación ciudadana que impliquen una incidencia efectiva de la sociedad civil sobre la formulación de la agenda regional y de las políticas respectivas .
Los temas de construcción de la paz y de prevención de conflictos armados y de violencias son, en particular, algunos de los que quedan más relegados de la participación ciudadana. Es paradójico, en este sentido, que la consolidación de la democracia en la mayoría de los países latinoamericanos no se corresponda con una mayor participación de la ciudadanía en la formulación de la agenda regional y en las decisiones que se vinculan a su implementación .
En este marco, más allá de la capacitación técnica requerida por parte de la sociedad civil para influir más eficazmente sobre esta agenda, el fortalecimiento de la democracia pasa también por una mayor participación e involucramiento de la ciudadanía en la formulación de las agendas regionales y, en especial, en la implementación de acciones y de medidas preventivas que posibiliten la consolidación de América latina como una zona de paz, en una coyuntura en donde los conflictos internos de los estados y las tensiones entre naciones de la región se incrementan.
PorANDRÉS SERBIN POLITOLOGO, PRESIDENTE EJECUTIVO DE CRIES (COORDINADORA REGIONAL DE INVESTIGACIONES ECONOMICAS Y SOCIALES)
Fuente: clarin.com
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