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domingo, 11 de julio de 2010
Lo que perdió el país en estos dos siglos
Un estudio minucioso de la marcha de largo plazo de la economía argentina durante el siglo XX nos ha permitido llegar a conclusiones interesantes.
A diferencia de otras economías de América Latina (Como Chile, Brasil y México) la nuestra ha sufrido un quiebre importante que coincide con el golpe militar del 76 y cuyos efectos se prolongan de diferentes maneras hasta el presente. Hasta el año del golpe militar (1976), el PBI argentino había seguido una trayectoria bastante similar a la seguida por una tasa de crecimiento sostenida y promedio de 3,8% al año. Si esta tendencia de largo plazo hubiera seguido, nuestro PBI alcanzaría un valor del orden de los 650.000 millones de dólares y nuestro PBI por habitante sería similar al de España (Unos 17.000 dólares por habitante y por año).
Sería legítimo preguntarnos por qué una vez restaurada la democracia en Argentina no hemos sido capaces de retomar el crecimiento y de volver a las tendencias de largo plazo que hicieron alguna vez de nuestro país un destino atractivo para millones de europeos de quienes venimos muchos de nosotros.
Una de las explicaciones reside en el hecho de que para recuperar el terreno perdido se hubiera requerido de una tasa extraordinaria de crecimiento (el tiempo perdido es muy difícil de recuperar). Calculamos esa tasa y encontramos que para recuperar los 15 años perdidos (con crecimiento cero) entre 1976 y 1991 tendríamos que haber crecido alrededor de 7% sostenido al año (o sea el doble de la tendencia de largo plazo hasta 1976).
Problemas sociológicos
No es que crecer a tasas de ese nivel sea imposible (China lo hizo durante 20 años), pero creemos que allí reside la segunda cuestión importante y la misma es más de carácter sociológico que económico: la sociedad Argentina no solamente perdió el rumbo en su economía con el gobierno de los militares, también perdió la idea (fundamental a toda sociedad) de la validez del principio de autoridad. Para nosotros la autoridad pasó a ser repudiada como sospechada de tiranía, aún aquella que estaba legitimada por la democracia (esto hizo difícil la gobernabilidad para Raúl Alfonsín).
La explicación anterior puede, por supuesto, ser discutible pero tiene la virtud de hacer inteligible la mayor capacidad de maniobra que experimenta un gobierno autoritario y con algunos componentes fascistas como el actual.
Tenemos una sociedad cuya cohesión sigue respondiendo al tipo conocido como "solidaridad mecánica" (cohesión impuesta por la fuerza) y no a una mejor, que es aquella denominada "solidaridad orgánica" (cohesión que surge desde el interior del cuerpo social), ambas caracterizaciones pertenecen a la sociología de Durkheim.
Derechos
Es así como en la Argentina del siglo XXI se hace difícil el ejercicio de algunos derechos fundamentales tales como el de transitar libremente por el territorio o el de obtener igualdad ante la Ley o el derecho a la Información Verídica y todo esto debido a que aún la autoridad legitimada de los gobiernos democráticos le temen a un soberano (el pueblo) acostumbrado a imponer sus ideas no por la razón sino por la fuerza. Ejemplos de esto son los cortes de calles+, rutas y caminos por parte de diferentes grupos sociales, las falsificaciones de datos estadísticos por parte del gobierno nacional; y sus maniobras para anular el disenso tanto en los medios como en el Congreso, herramienta fundamental para una solidaridad de tipo orgánica.
Fuente: lagaceta.com.ar
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