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miércoles, 14 de julio de 2010
"La sociedad civil debe colaborar con el sistema educativo"
La educación es condición necesaria, pero no suficiente, para encarar la creciente fragmentación social de la Argentina, dice Beatriz Balian de Tagtachian.
Socióloga, miembro de número de la Academia Nacional de Educación y actual vicerrectora de Asuntos Académicos de la Universidad Católica Argentina (UCA), Tagtachian sostiene que asociaciones, fundaciones, mutuales, cooperativas, obras sociales y sindicatos -es decir, las organizaciones de la sociedad civil- han demostrado, en numerosas ocasiones, mayor versatilidad que el sistema educativo tradicional frente a contextos crecientemente críticos y complejos, que generan nuevos desafíos y protagonistas.
"Ellas son las que suelen estar cerca de los hechos y conocen, de primera mano, sus características y problemas", dice Tagtachian, que también integra el consejo directivo de la Sociedad Internacional de Investigación del Tercer Sector y es autora de artículos sobre temas de familia, sociedad civil y responsabilidad social de las empresas.
En su opionión, cuando la población participa en la vida comunitaria o con una dimensión pública, independientemente de su nivel socioeconómico, demuestra mayor capacidad para resolver situaciones difíciles a pesar de circunstancias adversas. "La cooperación en diferentes actividades, especialmente la ayuda solidaria, mejora su autoestima y la impulsa a otros emprendimientos, entre ellos el estudio", dice. "De esa manera, la educación sería el resultado de un proceso comunitario anterior, y esto es especialmente adecuado para los adultos de menor condición socioeconómica".
-¿Podría la escuela, sin las organizaciones de la sociedad civil, responder a las nuevas circunstancias socioeconómicas?
-Las organizaciones de la sociedad civil son muy heterogéneas. Las que atienden situaciones muy vulnerables y colaboran con las necesidades más básicas, como alimentación, apoyo escolar, cuidado de la salud, pueden ser muy humildes y sus miembros realizar su labor sólo con dos elementos: buena voluntad y tiempo. Pero las organizaciones que atienden situaciones de pobreza también pueden tener mejor nivel socioeconómico y por ello es posible que cuenten con capital tecnológico y personal muy bien entrenado no sólo para atender situaciones básicas, sino también para ayudar a superar la brecha digital. En los últimos años, diferentes organizaciones, algunas con apoyo empresario o con donaciones de ciudadanos, han emprendido el acompañamiento de alumnos y docentes, lo que dio como resultado un mejor promedio de terminación de los estudios, una mejora en la gestión escolar, en las condiciones de infraestructura y equipamiento, en la capacitación docente, en la inserción laboral o en la prevención de la violencia.
-¿La escuela ya no podrá, por si sola, promover la inclusión de todos los sectores sin la cooperación de estas organizaciones?
-Es cada vez más evidente que la educación no puede sola y necesita de estas organizaciones. Sin dudas la educación implica inclusión, porque poder leer, escribir, calcular, comprender son elementos mínimos de la vida social. Sin embargo, si las condiciones educativas son muy diferentes, se establecen fuertes desigualdades, que, contempladas en conjunto, hacen que los estratos que sólo tienen mínimas condiciones puedan definirse como excluidos por la gran distancia con los sectores más educados. Sectores que sólo pueden leer y escribir con dificultad y no logran superar el pensamiento concreto se separan de aquellos sectores que son bilingües, tienen un fuerte pensamiento lógico matemático y pueden elevar el nivel de abstracción.
-¿Y en cuanto a favorecer su interés en lo público y crear ciudadanía?
-Si bien distintos estudios muestran que la mayor participación en lo público corresponde a los estratos más educados, sí se advierte que la participación pública de los sectores menos preparados favorece el fortalecimiento de su identidad y el reconocerse a sí mismos, que es una condición para asumir el status de ciudadanos.
-¿Cuáles son, a su entender, las más actuales transformaciones socioculturales y su impacto en el aula?
-Las transformaciones socioculturales, su impacto en el aula y los desafíos que generan especialmente en adolescentes y jóvenes exigen considerar lo diferente, tomar conciencia de la diversidad cultural y de los rasgos de las culturas juveniles, que suelen ser descriptos desde distintos enfoques. Algunos ponen énfasis en la complejidad y heterogeneidad de nuevos aspectos sociales, que van desde el tipo de vestimenta y la mayor importancia otorgada a adornos en el cuerpo, como tatuajes, piercings o peinados, hasta los elementos más relacionados con los conflictos familiares o con complicadas conformaciones hogareñas. En relación con lo estrictamente personal, se plantean, principalmente, dos aspectos. Por un lado, el alcohol como clave de la diversión, y por otro, la incertidumbre como perspectiva de futuro y, por lo tanto, la ausencia de proyectos firmes. Quizás uno de los aspectos menos problemáticos sea la valoración de los recursos electrónicos de comunicación. Hay en la escuela posiciones muy diferentes entre sí. La mayoría sigue pensando los recursos informáticos como un complemento de la enseñanza sin modificar la estructura actual de un espacio escolar con profesores al frente de las aulas. Hay otros proyectos muy innovadores que plantean aulas virtuales y trabajan a partir de los recursos existentes.
-¿Cree que será posible en la Argentina cumplir con un calendario de 180 días de clases, aumentar la matrícula, lograr que ningún niño abandone la escuela y que todos reciban una educación de calidad?
No habría que abandonar esas metas deseables. Para ello, nunca será poco insistir en políticas de Estado centradas en esos aspectos, pero también focalizarse en todos aquellos sectores que intervienen en el proceso educativo. No sólo cumplen una labor central los que se desempeñan en el ámbito escolar, sino también los funcionarios que deben estar atentos al calendario y a la calidad de la enseñanza, sin temer a las evaluaciones que deben hacerse con transparencia. Las asociaciones gremiales docentes podrían articular las necesidades personales de remuneraciones con las sociales de aquellos a quienes prestan servicios. Un lugar de responsabilidad le cabe a la familia, que podrá ser un factor potenciador de la educación de los hijos. La vinculación de los padres con la escuela puede pensarse creativamente y no debería perderse la oportunidad de convocarlos para talleres, como resolución de conflictos familiares, cuidado de la salud, búsqueda de trabajo, tratamiento de adicciones, manejo frente a la violencia, desarrollo de la sociabilidad, solidaridad y otros.
Fuente: lanacion.com
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