De la Fundación LA NACION
El 86% de las escuelas públicas del país cuenta con una cooperadora escolar, integrada -en su mayoría- por las madres de los alumnos.
Ellas, en forma totalmente gratuita, se ocupan del bienestar de los alumnos, de perfeccionar la infraestructura escolar y realizan tareas administrativas. Algunos estudios, incluso, indican que contribuyen con la mejora de la calidad educativa.
Una investigación reciente realizada por IAE-Universidad Austral y financiada por la Fundación Avina -que toma los datos censales del ONE- viene a reforzar la importancia de las cooperadoras escolares del país, ya que demuestra que éstas tienen un impacto positivo en los índices de calidad educativa, entendida esta última como la conservación del edificio, la disponibilidad de recursos didácticos o el capital humano y social de las escuelas. De todos modos, el efecto de la cooperadora sobre la calidad educativa, es mayor en primaria que en secundaria. El mismo estudio expone resultados reveladores al indicar que estas asociaciones incluso contribuyen a mejorar el promedio de las pruebas de lengua de los alumnos de la enseñanza primaria.
"La cercanía y la integración de los padres están largamente demostradas, son decisivas para mejorar los aprendizajes -dice Juan José Llach, uno de los investigadores del estudio-. Las cooperadoras tienen dos funciones. La más generalizada es suplir lo que el Estado no hace, apoyando a las escuelas en mejoras de infraestructura y equipamiento. La más importante es ser uno de los ejes de la comunidad educativa que, integrada junto a docentes y alumnos, es uno de los pilares para que la escuela pueda realizar su tarea."
Adriana como varias de las madres divide su tiempo entre ocuparse de las tareas hogareñas y de la cooperadora escolar, y además trabaja arreglando filtros de automotores desde su casa. Con su entrega, estas mujeres garantizan el aprendizaje no sólo de sus hijos sino del resto de los 480 chicos de la escuela que vienen de Ciudad Oculta y otras villas y asentamientos humildes de la zona.
"Hay chicos que aparecen con sandalias en invierno. Los docentes son los primeros en observar si un chico viene mal alimentado o si tiene agujeros en el delantal", dice Adriana, protesorera de la cooperadora. Cuenta que con los fondos propios -generados en festivales, el acto de fin de año y otras fiestas- compran guardapolvos, zapatillas, libros y hasta medicamentos para los chicos más necesitados. Todo se consigue con mucho esfuerzo en esta escuela, donde actualmente no tienen gas. "Algunas veces son muchas exigencias para simples madres como nosotras", agrega Paola, secretaria de la entidad con preocupación.
A pesar de que la cooperadora es un actor solidario tan importante, según el estudio del IAE, esta asociación es más actica en las escuelas donde asisten alumnos de mayor nivel socioeconómico.
Pero la cooperadora está, además, en los pequeños detalle diarios, como asegurarse de que haya papel higiénico en los baños, lavandina y encargarse de llamar al plomero para arreglar el cuerito de la canilla que se rompió.
"Es importante tener el respaldo de los padres cuando hay problema con los chicos. La cooperadora es el nexo entre la comunidad y las necesidades de la escuela", expresa la directora de la Escuela Nº 6, Claudia Greco. Además añade que el trabajo eficiente de los padres se traduce en el aumento de la matricula de la escuela.
La directora general de Servicios a las Escuelas de la ciudad de Buenos Aires, Cecilia Klappenbach, cuenta que es muy importante comunicar los logros de la cooperadora al resto de los padres ya que "si las cosas se hacen bien, esto genera entusiasmo en el resto de los padres para participar y también formar parte".
Santa Fe es la provincia que tiene mayor porcentaje de cooperadoras por escuela. Gustavo Morgues, presidente de la Federación de Cooperadoras de Santa Fe, que les consigue gratuitamente páginas Web a las cooperadoras, resume: "Trabajamos para recaudar dinero y mejorar la escuela". Además dice: "Son muy pocos padres los que trabajan a destajo para mejorar la realidad de la escuela y su tarea no es reconocida".
Ana María Ojeda tiene una larga trayectoria en la Escuela Nº 47 de Talar, al noroeste del conurbano bonaerense, rodeada de la Villa Trapito y la Villa San Lorenzo. Ella realizó su trayecto escolar en esta escuela, sus hijos estudian allí y es la presidenta de la cooperadora. Cuenta con alegría que el mayor logro de la cooperadora fue la biblioteca que estrenaron este año con libros que consiguieron de una donación proveniente de la Fundación Leer. "Requirió mucho esfuerzo, pero rindió sus frutos", dice con satisfacción Ana María que afirma que, al igual que en la escuela anterior, la matrícula de alumnos aumentó de la mano del entusiasmo y la participación de los padres.
Desde que la cooperadora empezó a funcionar de forma eficiente, se notó una gran apertura de las madres, que incluso comenzaron a ofrecer sus conocimientos para realizar talleres de cocina, arte, maquillaje y telar al resto de la comunidad.
"Las cooperadoras escolares son fundamentales porque representan el espacio de la sociedad civil en el sistema escolar. Es la puerta de entrada de la comunidad al sistema educativo", puntualiza Carlos March, representante de Avina en la Argentina. Esto es lo que demostró la alianza entre Alternativa 3, Nestlé y Avina al apadrinar a la Escuela Nº 47 para capacitar a los padres en pos del fortalecimiento de la cooperadora con herramientas de gestión y liderazgo.
"Cuando la comunidad se involucra activamente en una cooperadora escolar se benefician los docentesporque cuentan con recursos extras para desarrollar su tarea, los alumnos porque acceden a mejor calidad educativa y los padres, porque cuentan con un espacio de contención y capacitación", finaliza March.
Sofi, una de las alumnas de la Escuela Nº 6, ahora puede continuar aprendiendo a tocar el piano en las horas de música. El piano es el símbolo de lo que puede lograr la cooperadora con la ayuda de docentes y directivos de esta institución.
Fuente: lanaciòn.com
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