En foros, blogs y en redes sociales como Facebook, se hacen campañas a favor y en contra de los políticos. Además se discuten temas ecológicos, se debaten ideas y se buscan soluciones de fondo.
Casos sobran: en el país, Greenpeace consiguió más de un millón de firmas vía e-mail para que se vote en el Congreso la Ley de Bosques; en Facebook uno puede aportar su idea en favor del salario de los maestros, o en contra de las pistolas de descarga eléctrica para la Policía Metropolitana. En Colombia, Oscar Morales pretendía juntar firmas en Facebook para la campaña "Un millón de Voces contra las FARC". Pero terminó mejor: una movilización de cuatro millones de personas en su país y en otras 100 ciudades del mundo. Desde una ONG o en casa, se intuye un cambio en el ejercicio del poder.
"Es más sencillo conseguir gente que esté de acuerdo con una meta que a través de la vida real", asegura Rodrigo Lugones, especialista en nuevos medios y director ejecutivo de una importante consultora. En tanto, Gabriel Giubellino, responsable del blog www.parquedelospatricios.blogspot.com y profesor en Periodismo digital en la UAI, explica: "Internet es una herramienta muy potente para difundir y debatir ideas, e incluso llamar la atención de los medios. Pero tiene sus límites. En la construcción política de una red social se pone en juego otra dinámica de negociación. Hacer click es una decisión de costo simbólico; poner el cuerpo tiene otro precio". Y cita el caso del grupo contra la inseguridad que en Facebook sumó 80 mil miembros, pero que no se trasladó en cantidad de gente a la protesta "real" de Plaza de Mayo.
El filósofo José Pablo Feinmann coincide con Giubellino: "Internet es una de las grandes armas para entretener, pero evidentemente algo genera. Ahora bien: la revolución no se hace allí, se hace en la calle".
"No sirve para conseguir votos, pero sí, por ejemplo, para conseguir activistas que consigan votos. Eso hizo a Obama y ahora, de hecho, todos lo copian", avisa Lugones.
Hernán Nadal, director de Nuevos Medios y Movilización Pública de Greenpeace Argentina, cree en el potencial del ciberactivismo. Pero lo ve como suma y no reemplazo: "A nivel global es un complemento de la militancia original. Las estructuras tradicionales, sobre todo en la Argentina, rechazan la participación. E Internet lo permite. Si todos los partidos políticos entendieran eso podrían cambiar la manera de acercar gente y debatir. Pero necesitan reformular la estructura del poder. ¿Y cuánto se quieren abrir a la participación, realmente?".
(Fuente: larazon.com.ar)
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