por Sergio Costantino (*)
La violencia hacia las personas mayores continúa siendo un grave flagelo a erradicar. Se estima que entre el 4% y el 6% de las personas mayores de todo el mundo han sufrido alguna forma de abuso o maltrato.
Estas cifras no representan la total dimensión de la problemática, que estuvo invisibilizada durante muchos años por la influencia de factores socioculturales que contribuyeron, en gran medida, a limitar la atención hacia este grupo etario, sumado a su difícil detección.
El problema ha adquirido mayor preocupación en los últimos años, lo cual está asociado al progresivo envejecimiento de la población. Los cambios demográficos asociados con la mayor esperanza de vida y sus implicancias en los ámbitos social y familiar, han llevado a la necesidad de pensar políticas públicas dirigidas a erradicar este grave problema social.
Sabemos que la población de la Ciudad de Buenos Aires es la más envejecida del país y el envejecimiento demográfico puede tener repercusiones potenciales para la incidencia de maltrato de las personas mayores en los ámbitos familiar e institucional. En este contexto, en el que pueden convivir tres o cuatro generaciones juntas, las situaciones de violencia pueden perpetuarse.
Abuso y maltrato
El aumento de la longevidad provee, sin duda, oportunidades para el enriquecimiento de las relaciones intergeneracionales pero en algunos casos produce interacciones de abuso y maltrato, tal como se observa a través de los hechos de violencia que tienen como víctimas a los personas mayores.
La realidad del maltrato al mayor está definida por la complejidad, en una gran variedad de escenarios (comunidad, instituciones, familias) y de tipologías (físico, psicológico, ambiental, económico). En este contexto, el maltrato psicológico se presenta como una modalidad frecuente a través de gritos, descalificaciones, agravios, humillaciones y amenazas de institucionalización.
Abuso económico
El abuso económico es otra de las modalidades de las que son víctimas las personas mayores, situaciones en las que son despojados de sus recursos económicos, son robadas, e incluso víctimas del uso ilegal o inapropiado de las propiedades o el dinero de su jubilación. Asimismo la limitación de sus ingresos económicos, los fraudes y las estafas.
El abandono es otra forma de maltrato recurrente, al igual que el desamparo de manera voluntaria en los cuidados, la asistencia y/o necesidades básicas de las personas mayores vinculadas a la salud, la alimentación, la higiene, entre otras, por un familiar o por quien tiene a su cuidado a una persona mayor que no es autoválida, exponiéndolas a riesgos a su salud o a riesgos de vida.
Los responsables
Las investigaciones y estadísticas indican que los miembros de la familia que permanecen más frecuentemente en contacto con la persona mayor son los principales perpetradores de este delito, particularmente los hijos y los cónyuges. Son múltiples y diversas las situaciones de violencia que se pueden manifestar hacia las personas mayores, motivo por el cual, es fundamental visibilizar esta problemática en la sociedad y trabajar para erradicar las creencias y prejuicios que asocian la vejez con concepciones negativas tales como la decrepitud, la enfermedad, el déficit y la incapacidad. Estos mitos y concepciones negativas acerca de la vejez son factores de riesgo para la emergencia de situaciones de violencia hacia las personas mayores.
Es necesario difundir en toda la sociedad formas no violentas de resolución de conflictos familiares y sociales e intervenir decididamente sobre los entornos de riesgo mediante el desarrollo de acciones dirigidas a erradicar la discriminación y el maltrato hacia las personas mayores.
El Gobierno de la Ciudad cuenta con el Programa Proteger, dependiente de la Secretaría de Integración Social para Personas Mayores, del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat. Atiende a las personas mayores de 60 años víctimas de diferentes tipos de maltrato o abuso, brindando asistencia psicológica, social y jurídica, a través de un equipo interdisciplinario especializado.
Hay que fomentar en la sociedad una imagen positiva del envejecimiento y fortalecer los lazos intergeneracionales porque las personas mayores tienen derecho a vivir una vida digna, libre de prejuicios, discriminación y violencias.
(*): Secretario de Integración Social para Personas Mayores del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Fuente: lacapitalmdp.com
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