Donde las casas se inundan el relato hace agua: Buenos Aires es la provincia que menos fondos destina a obras públicas.
No hay nada que hacerle: para relatos, Cristina. Habituada a falsear, a cargar sobre otros las culpas y a usar la ideología como anestesia. Y cuando no encuentra qué decir, a no asomar la cabeza. No lo hizo ante esta tragedia. La cadena está para otras cosas.
Scioli se fue a Italia con el agua inundando 40 partidos bonaerenses. El pronóstico decía probabilidades de desastre. Una de dos: o no lo escuchó o se olvidó de que la provincia que gobierna está más que floja en infraestructura.
Para colmo, se iba a descansar y no se animó a confesar que se iba a descansar. Tampoco se animó a suspender el descanso. Lo suspendió cuando el agua no aflojaba y le llegaba al cuello. No dijo nada. Como recomendaba Gracián: sin mentir, no decir todas las verdades.
Sus voceros se lo tomaron a la ligera, confiados en que con el carisma del jefe era suficiente. Primero dijeron que iba en busca de inversiones. Después que iba por motivos médicos. Si no eran ciertas, las dos cosas podían haber sido postergadas como debió postergarlas finalmente.
“Tuve un esfuerzo extenuante en la campaña, pero ante la sudestada volví en 24 horas”, quiso esclarecer ayer Scioli. La metamorfosis del viaje resultó más que kafkiana, scioliana. Confesó que estaba exhausto, lo único que suena creíble.
El relato quedó bajo el agua. Y el agua desnudó el mito de la gestión exitosa. Las aguas bajan turbias pero permiten ver con claridad la distancia que existe entre lo que se dice y lo que se hace.
Buenos Aires es hiperdependiente del dinero que le gira la Rosada, mucho menor al que le corresponde. Es propio de Scioli haber aceptado con resignación esa penitencia. Nunca levantó la voz para quejarse.
Entre todas las provincias es la que menos fondos destina a obras públicas. Está última en un ranking que encabeza, por lejos, San Luis. En el promedio 2008-2013, el gasto en obras fue apenas 5% del gasto provincial total. Y bajando.
El viaje aguado de Scioli fue pelota picando en el área para Macri. El kirchnerismo le cayó con todo cuando la Ciudad se inundó. Se entiende que ahora saque pecho: aquí los sistemas pluviales funcionaron.
Pero fue el propio Aníbal Fernández, que en una extraña evolución del progresismo encarna ahora el sueño de Cristina, quien se encargó de marcarle su falta en público. Nada expresa de mejor manera qué pasa en el poder. Y qué puede pasar en el poder.
Los relatos fantásticos de la década ganada terminan allí donde las casas se inundan y las familias quedan desamparadas. Scioli dio un mal paso. Lo peor que puede hacer es fingir que no pasó nada.
Fuente: clarin.com
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