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jueves, 6 de octubre de 2011

Pobreza y exclusión, las claves del cristinismo

Print Friendly and PDFAutor: Arq. José M. García Rozado


Nunca alcanzó el cre­ci­miento eco­nó­mico para paliar siquiera los pro­ble­mas de la pobreza y la exclu­sión social; si a este no se le agrega “desa­rro­llo” con jus­ti­cia social mediante polí­ti­cas de Estado con­ti­nuas y sus­ten­ta­bles que logren ter­mi­nar con la pobreza estruc­tu­ral acce­diendo al tra­bajo digno y regis­trado y al bie­nes­tar popu­lar, segui­re­mos en este camino que bene­fi­cia exclu­si­va­mente las polí­ti­cas clien­te­lís­ti­cas del régi­men K.
Datos ver­da­de­ra­mente alar­man­tes y que nunca van a figu­rar en las cró­ni­cas del “relato-discurso” del régi­men fue­ron rele­va­dos por una ONG cor­do­besa –Un techo para mi País-, y que nadie puede tachar de par­cial u opo­si­tora; mien­tras otros paí­ses y regio­nes atra­vie­san pro­fun­das difi­cul­ta­des eco­nó­mi­cas, défi­cit, des­em­pleo, ame­na­zas de default, Argen­tina mucho más que el resto de los paí­ses del sub­con­ti­nente debe tomar con­cien­cia de que debe enfren­tar un pro­blema estruc­tu­ral y muy com­plejo como la pobreza y la exclu­sión social.
Sólo en el Gran bue­nos Aires durante los últi­mos 5 años se han creado 90 asen­ta­mien­tos pre­ca­rios y desde la cri­sis de 2001 la exclu­sión y la pobreza cre­ció un 55% aun­que fue­ron los últi­mos 8 años –2004/2011– donde se die­ron los mayo­res incre­men­tos lle­gando a con­ta­bi­li­zarse 864 villas mise­rias o asen­ta­mien­tos pre­ca­rios. Enca­beza el raf­ting La Matanza con 156 villas que alber­gan a 120.236 fami­lias y le siguen Quil­mes con 65 asen­ta­mien­tos y 35.713 fami­lias, Moreno con 49 villas y 14.210 fami­lias, Pilar con 48 asen­ta­mien­tos y 43.855 fami­lias y Merlo con 42 villas y 19.965 familias.
El cre­ci­miento de las villas ha ido evo­lu­cio­nando desde nive­les bajos como los de 1971/80 que cre­cie­ron en un 11, 9%, o los de 1981/90 que se incre­men­ta­ron en un 12, 9%, hasta nive­les medios de cre­ci­miento y ya preo­cu­pan­tes como los sur­gi­dos en la década de 1991/2000 donde cre­cie­ron un 29, 6%; pero en la pri­mer década del siglo XXI el nivel de cre­ci­miento de los barrios caren­cia­dos –villas mise­ria– pegó un salto ver­da­de­ra­mente espec­ta­cu­lar del 55, 6% siendo en éstos últi­mos 8 años donde se veri­ficó el mayor incre­mento, mien­tras el país cre­cía a tasas chi­nas del 8 y 9% anual de su PBI.
Y para des­men­tir el pre­jui­cio de que las pobla­cio­nes de los asen­ta­mien­tos están com­pues­tas por her­ma­nos de paí­ses veci­nos, vemos que el 68, 1% de la pobla­ción de estos ver­da­de­ros bol­so­nes de indi­gen­cia y exclu­sión social son con­na­cio­na­les pre­do­mi­nando entre ellos nues­tros her­ma­nos del Chaco (19, 5%), San­tiago del Estero (16, 2%), Corrien­tes (15, 6%), Tucu­mán (11, 7%) y Misio­nes (11, 1%), siendo el res­tante 21, 9% de la pobla­ción migrante de paí­ses her­ma­nos veci­nos, enca­be­za­dos por Para­guay (55, 3%), Boli­via (32, 5%), Uru­guay y Chile (5, 9% cada uno).
El cre­ci­miento de las villas y los barrios caren­cia­dos con­ti­núan en forma ince­sante en un 65, 4% de éstos mediante la ins­ta­la­ción de casi­llas pre­ca­rias, pro­ducto de la lle­gada de nue­vos pobla­do­res y de su pro­pio cre­ci­miento demo­grá­fico, gene­rán­dose ahora un fenó­meno nove­doso: con gene­ra­cio­nes de habi­tan­tes naci­dos en esos barrios en segunda y ter­cera gene­ra­ción. Este hecho, el del ince­sante expan­sión, dado pese al con­texto nacio­nal favo­ra­ble de cre­ci­miento eco­nó­mico sos­te­nido desde hace ya 9 años y pese a los pla­nes y pro­gra­mas socia­les dan cuenta del carác­ter estruc­tu­ral del pro­blema y del carác­ter clien­te­lís­tico que aque­llos pro­gra­mas representan.
La migra­ción hacia las villas o barrios caren­cia­dos de los con­ur­ba­nos de las gran­des orbes, con el bonae­rense a la cabeza, y con los del gran Rosa­rio, gran La Plata y gran Cór­doba como los otros de mucha rele­van­cia tanto de con­na­cio­na­les como de extran­je­ros es pro­ducto de la bús­queda deses­pe­rada de un mayor acceso a ser­vi­cios esen­cia­les –edu­ca­ción, salud, dis­trai­miento, etc.- y al tra­bajo que tan escaso es en sus luga­res de ori­gen. Otro caso muy par­ti­cu­lar y donde se sigue veri­fi­cando el mismo fenó­meno de cre­ci­miento expo­nen­cial de villas y barrios caren­cia­dos es la pro­pia Ciu­dad Autó­noma de Bue­nos Aires, donde se llegó a vivir la intru­sión “pro­gra­mada” de los espa­cios públi­cos –Par­ques, sec­to­res bajo auto­pista, calles, etc.-.
Más de 2 millo­nes de per­so­nas viven sólo en el con­ur­bano bonae­rense o sea que medio millón da fami­lias deben enfren­tar dia­ria­mente la falta de recur­sos, la mar­gi­na­li­dad, las dro­gas y el delito, entre otras caren­cias y difi­cul­ta­des por vivir en medio de la pobreza, la indi­gen­cia, la exclu­sión y en pre­ca­rias casi­llas, indig­nas de ser con­si­de­ra­das vivien­das. El poten­cial argen­tino es enorme, con carac­te­rís­ti­cas natu­ra­les y recur­sos huma­nos sufi­cien­tes para lide­rar no sólo Sura­mé­rica his­pana sino hasta el desa­rro­llo de las nacio­nes emer­gen­tes y por lo tanto el de las nacio­nes durante el siglo XXI.
Pero para explo­rar este poten­cial y rea­li­zar el cre­ci­miento y desa­rro­llo “hacia fuera” pre­via­mente debe­mos erra­di­car defi­ni­ti­va­mente la pobreza y la indi­gen­cia cer­ca­nas al 35% de nues­tro pue­blo, hoy estruc­tu­ra­les, prin­ci­pal incon­ve­niente que aqueja el “hacia aden­tro” de nues­tra patria y nues­tra región; y es en este sen­tido que ase­ve­ra­mos que es una sim­pli­fi­ca­ción per­versa pen­sar que la pobreza es sim­ple y sola­mente un pro­blema de ingre­sos, la mues­tra cabal de ésta sim­pli­fi­ca­ción abyecta y falaz es la enor­mi­dad de pla­nes, pro­gra­mas y asig­na­cio­nes vol­ca­das por este régi­men y que no sólo no han erra­di­cado la pobreza sino que la ha incrementado.
Es esté­ril plan­tear desde esta visión el pro­blema, por­que se es pobre cuando no se tiene lo indis­pen­sa­ble para vivir con dig­ni­dad, y esto no es sólo no tener dinero, tam­bién es no poder acce­der a una vivienda digna, no tener un tra­bajo regu­lar y en blanco, care­cer de edu­ca­ción de exce­len­cia, o no acce­der a la salud; la falta de ser­vi­cios de infra­es­truc­tura bási­cos como el agua pota­ble, cloa­cas, gas de red natu­ral o trans­porte efi­caz y digno impli­can el estar “mar­gi­na­dos”, “exclui­dos” de la socie­dad. Socie­dad que para­dó­ji­ca­mente mues­tra sec­to­res de altos ingre­sos y con­su­mos, dejando aún más en evi­den­cia cla­ras asi­me­trías y desigualdades.
La pobreza está más aso­ciada a la bre­cha sig­ni­fi­ca­tiva, tanto del nivel de ingreso como en el de “cono­ci­miento”, siendo el acceso a éste último la con­se­cuen­cia más grave; lle­vando a la mar­gi­na­li­dad y su efecto más nocivo: el dejar de for­mar parte de una socie­dad que, más que nunca, demanda edu­ca­ción de exce­len­cia para con­se­guir tra­bajo, acce­der a la múl­ti­ple oferta de infor­ma­ción y a la toma de deci­sio­nes como ciu­da­da­nos. Aquí encon­tra­mos la ver­da­dera razón para que el régi­men haya optado por este “modelo” de clien­te­lismo sin per­mi­tir salir de la exclu­sión y la mar­gi­na­li­dad, aun­que se les otor­gue ingreso.
Con­tra lo que viene lle­vando a cabo este régi­men, mejo­rar las con­di­cio­nes de vida del pue­blo más caren­ciado es una estra­te­gia efec­tiva para per­mi­tir­les la movi­li­dad ascen­dente, ale­ján­do­los de la pobreza; y es la pla­ni­fi­ca­ción esta­tal en forma coin­ci­dente con los demás esta­men­tos socia­les lo que garan­ti­zará lograrlo. Luego de haber con­so­li­dado la demo­cra­cia, y des­pués de superar la cri­sis de 2001, es la pobreza el esco­llo más impor­tante para la cons­truc­ción de un pue­blo eman­ci­pado, hoy, la gran deuda es la situa­ción de extrema pobreza cre­ciente de impor­tan­tí­si­mos sec­to­res de nues­tro pueblo.
Su derrota y eli­mi­na­ción requiere de un Estado y un Gobierno que lleve a cabo polí­ti­cas de Estado sus­ten­ta­bles en el tiempo, y que ter­mi­nen de una vez las ges­tio­nes fun­da­cio­na­les que pro­ce­dan ensa­yando siem­pre y per­ma­nen­te­mente nue­vas líneas de acción; se requiere veri­fi­car la reali­dad y los recur­sos, del pen­sa­miento refle­xivo que se cons­truye y mejora con el diá­logo y la par­ti­ci­pa­ción y el debate plu­ral. Una edu­ca­ción ade­cuada, de exce­len­cia prin­ci­pal­mente entre los sec­to­res más caren­cia­dos y mar­gi­na­dos, es el arma más efi­caz para superar la pobreza estruc­tu­ral impe­rante y acce­der al tra­bajo digno y al bie­nes­tar, las esta­dís­ti­cas mues­tran, con cru­deza, nues­tros pro­ble­mas tanto de ingreso como los de per­ma­nen­cia esco­lar, y muy espe­cí­fi­ca­mente de “cali­dad” edu­ca­tiva que se le brinda a estos sec­to­res pobres y marginados.
Esto es, pre­ci­sa­mente, lo que los pos­tra en la pobreza y les impide superar la desigual­dad de ori­gen, la edu­ca­ción pública, gra­tuita y de exce­len­cia es la única puerta de acceso a la supera­ción de la exclu­sión y el ingreso a la movi­li­dad ascen­dente que tuvo durante el segundo medio siglo pasado al pero­nismo como movi­li­za­dor. Tuvi­mos expe­rien­cias mara­vi­llo­sas que per­mi­tie­ron que pobres y exclui­dos acce­die­ran a una edu­ca­ción pública de exce­len­cia, siendo ésta la base y la con­di­ción del desa­rro­llo y el bie­nes­tar, siem­pre ade­más acom­pa­ña­das –con­di­cio­na­das– a la imple­men­ta­ción de polí­ti­cas de salud, de ali­men­ta­ción, de pro­duc­ción y de tra­bajo digno.
Todo nos demues­tra que no alcanza con el cre­ci­miento eco­nó­mico para solu­cio­nar los pro­ble­mas actua­les y estruc­tu­ra­les de exclu­sión social, cre­ciendo al 8% anual y con infi­ni­dad de pla­nes, asig­na­cio­nes y pro­gra­mas –hasta sub­si­dios indis­cri­mi­na­dos– de ingre­sos dine­ra­rios no se dis­mi­nuyó la exclu­sión (11, 5% de indi­gen­tes) y la pobreza (+ de 35%), por el con­tra­rio se agrandó y pro­fun­dizó. Si el cre­ci­miento eco­nó­mico no va acom­pa­ñado de “desa­rro­llo”, de dis­tri­bu­ción seria y real del ingreso, de la incor­po­ra­ción de los sec­to­res mar­gi­na­les a la pro­duc­ción, al tra­bajo digno y bien remu­ne­rado y fun­da­men­tal­mente al bie­nes­tar, ese cre­ci­miento no será sustentable.
Nos esta­mos que­dando en el “relato-discurso” fal­sa­mente pro­gre­sista y clien­te­lista, que lo único que per­si­gue es la per­pe­tua­ción en el poder, man­te­niendo el statu quo impe­rante; pla­ni­fi­car el cre­ci­miento con desa­rro­llo, com­ba­tir en forma inte­gral la pobreza y pro­mo­ver aquel en forma sus­ten­ta­ble del pue­blo y su medio son los desa­fíos bási­cos que debe­mos enca­rar. Tra­ba­jar en forma con­junta y man­co­mu­nada con todos los sec­to­res socia­les para dar­nos una mejor cali­dad de vida a cada uno de nues­tros niños, jóve­nes y ancia­nos, hom­bres y muje­res que habi­tan nues­tra Patria, es el pri­mer paso para luego vol­ver a pen­sar en lide­rar a nues­tros her­ma­nos sur­ame­ri­ca­nos de habla hispana.

Fuente: lahistoriaparalela.com.ar

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