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Pretender igualar al Padre de la Patria con el ex presidente es un descarrío que desprecia la verdad y la historia.
Alguna vez el filósofo español Julián Marías expresó que el grado de autoritarismo de un gobierno se mide por la obsecuencia que demanda. La frase viene a cuento de un video difundido por el Instituto de Estudios y Formación Política del Partido Justicialista, Gestar, presidido por el gobernador de San Juan, José Luis Gioja, y dirigido por el titular de la Anses, Diego Bossio, en el que se pretende igualar en sus virtudes y luchas por la "patria americana" a José de San Martín con Néstor Kirchner.
Más allá del respeto que se debe a los muertos, esa comparación entre el ex presidente y el Padre de la Patria es inoportuna, irrespetuosa y representativa de lo que pueden el servilismo y el desvergonzado afán de poner la historia al servicio de la ideología.
Por más que la constante distorsión del pasado que se practica desde la tribuna pública haga mella en algunos, no cabe duda de que no hay similitudes entre una y otra personalidad, más que el haber nacido el mismo día, con 172 años de diferencia.
El Libertador hizo de la concordia entre los argentinos uno de sus objetivos esenciales. Cabe recordar la célebre carta que le dirigió al gobernador Estanislao López: "Unámonos, paisano mío, para combatir a los maturrangos que nos amenazan: divididos seremos esclavos [...] Hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares, y concluyamos nuestra obra con honor [...] Mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas: usted es un patriota, y yo espero que hará en beneficio de nuestra independencia todo género de sacrificios".
Ni en su espíritu ni en sus prácticas políticas estuvo el enfrentamiento y la constante descalificación del adversario. Prefirió el ostracismo al poder, si éste debía basarse en alimentar el encono de sus conciudadanos.
San Martín fue consecuente y respetuoso con las instituciones, en especial con la Justicia, a la que no quería ver postrada, sino convertida en el principal resguardo de la paz social. Triunfante la expedición libertadora al Perú y a escasos días de asumir como Protector del nuevo Estado, dictó un Estatuto Provisional en el que dejó bien claro que si bien se haría cargo transitoriamente de las funciones ejecutivas y legislativas, se abstendría de inmiscuirse en temas judiciales, pues consideraba que la independencia de la Justicia era la "única y verdadera salvaguardia de la libertad del pueblo".
Con posterioridad, en el Reglamento de los Tribunales, quedó expresada una vez más la categórica convicción sanmartiniana: "La imparcial administración de justicia es el cumplimiento de los principales pactos que los hombres forman al entrar en sociedad [...] El que la dicta y el que la ejecuta pueden ciertamente hacer grandes abusos, mas ninguno de los tres poderes que presiden la organización social es capaz de causar el número de miserias con que los encargados de la autoridad judicial afligen a los pueblos cuando frustran el objeto de su institución".
El de San Martín fue un liderazgo institucionalizante. Es muy difícil, en cambio, encontrar algún indicio de que, durante el paso de Kirchner por el poder, la institucionalidad argentina se haya fortalecido.
El ilustre hijo de Yapeyú no hizo de la riqueza personal un objetivo y cedió premios y honores en pos de la causa americana. Entregó al Cabildo de Mendoza la tercera parte de los productos de una finca que le había donado por sus triunfos militares para el fomento del hospital de mujeres en esa capital. Y cuando se encontraba empeñado en asegurar la libertad de Chile, para aliviar las penurias de las arcas públicas, rechazó el obsequio de una vajilla completa de plata que había puesto a su disposición el gobierno con estas palabras: "No estamos en tiempo de tanto lujo; el Estado se halla en necesidad y es necesario que todos contribuyamos a remediarlas". No conforme, ordenó la suspensión de los sueldos que le correspondían como general en jefe del Ejército.
En cuanto a las luchas por la "patria americana" que se exaltan en el video elaborado por el justicialismo, las que llevó adelante Kirchner serán por mucho tiempo motivo de controversia. Por obra de su inspiración conflictiva, la Argentina mantuvo durante su gobierno un deplorable conflicto con Uruguay; intervino de manera irrespetuosa en la vida interna de Colombia, en aquella bochornosa incursión liderada por Hugo Chávez para liberar rehenes de la guerrilla que ya habían sido rescatados por el gobierno de Alvaro Uribe, y se hostigó a Chile con un racionamiento injustificado de la provisión de gas, entre otras iniciativas agresivas. Hubo vínculos, por cierto amistosos, pero sospechados por la corrupción, como ocurrió en las relaciones con Venezuela.
Como vemos, pretender igualar a Kirchner con San Martín constituye cuando menos una aberración que desprecia la verdad y la historia. Lo grave de ese desprecio basado en el culto a la personalidad que distingue hoy al oficialismo no está motivado por la ignorancia, sino por una indecorosa manipulación política que consiste en la apropiación por parte de una facción, el kirchnerismo, de una figura que pertenece a una instancia de consenso nacional.
Fuente: lanacion.com.ar
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