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jueves, 31 de marzo de 2011

El relevante voto ciudadano


Es fundamental la participación de la ciudadanía en las elecciones internas previas a los comicios generales de octubre.
El próximo domingo, con las consultas electorales escalonadas que comenzarán en el Peronismo Federal, se abrirá en el país el ciclo político que concluirá con los comicios generales del 23 de octubre. No se exageraría si se afirma que es difícil de encontrar en el mundo un proceso institucional de la complejidad del que la Argentina se dará a sí misma en los próximos meses. Ya hemos visto lo ocurrido con el prólogo de Chubut.


En el caso del peronismo, que tiene como candidatos al ex presidente Eduardo Duhalde y al gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, lo más apropiado sería hablar de consulta no vinculante. A ella iban a sumarse las elecciones internas abiertas del 30 de abril en la Unión Cívica Radical, pero el senador Ernesto Sanz anunció anteayer que no competirá en ellas, aunque sí en las primarias abiertas y obligatorias del 14 de agosto.

Las fuerzas políticas que aspiren a participar de la jornada del 23 de octubre deberán, de todas formas, pasar por las elecciones internas abiertas que manda una ley aún no reglamentada y que inspiró, sin duda a conveniencia de los objetivos de retención del poder, el ex presidente Néstor Kirchner.

El país necesita una ciudadanía comprometida con la suerte de las instituciones que la gobiernan. Necesita ciudadanos y dirigentes apasionados por ideales, dispuestos a defenderlos en todas las instancias a que autoriza la ley o que no estén fuera del orden legal y, sobre todo, con el ejercicio del voto a fin de premiar y castigar.

Una sociedad poblada por individuos ensimismados en las propias cuestiones personales y desinteresados de los asuntos públicos no podrá sorprenderse ni quejarse si su propio futuro, y el de sus hijos y sucesivos descendientes, resulta dilapidado por gobernantes o aventureros.

Un ex embajador de los Estados Unidos ha llegado al extremo de caracterizar como "fellinescos", o sea, como esperpentos salidos de alguno de los frescos memorables del gran director cinematográfico italiano, a algunos de los personajes que pueblan y gravitan en el escenario público nacional. Esto no habría sido posible con una conciencia republicana colectiva de exigencia y rigurosa en la selección que cede paso a quienes tomarán decisiones que conciernen al interés, a la libertad y al honor y orgullo de los argentinos.

Las consultas en el Peronismo Federal y en la UCR no evaden la norma por la cual los 29.853.000 argentinos deberán involucrarse de manera obligatoria en los comicios internos abiertos previstos para el 14 de agosto.

Habrá sí, una suerte de elusión de esa norma, la consulta anticipada del Peronismo Federal procurará, precisamente, condicionar las de agosto. Se comprende que así sea, al menos en principio, para anticiparse al acotamiento del tiempo -sólo entre agosto y octubre- con el que quiso aprisionarlo la voluntad del kirchnerismo.

La experiencia indica que en las elecciones generales ordinarias sufraga algo menos del 75 por ciento, como promedio, de los ciudadanos empadronados. Cabrá de imaginarse, pues, que en agosto ese porcentaje podría caer aún más y que el de la consulta de abril sería incluso menor. Nada obsta, sin embargo, para que se aliente a la ciudadanía a no dejar de aprovechar una sola oportunidad que se le brinde para elegir los mejores candidatos posibles.

Según la ley en vigor, los partidos podrán oficializar aquellas candidaturas que en las elecciones abiertas de agosto obtengan el 1,5 por ciento de los votos afirmativos que se hayan registrado en cada uno de los 24 distritos electorales del país, es decir, en las veintitrés provincias más la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El 14 de agosto los ciudadanos podrán votar por candidatos del partido al que estén afiliados, y los independientes, por los de aquellos otros en los que resuelvan mediar en tales circunstancias.

Podría inferirse que la consulta de abril en el Peronismo Federal, si dejara definida la fórmula presidencial, llevaría a que se reste participación ciudadana a sus respectivas filas en los comicios de agosto. Es verdad, pero parcial y, por lo tanto, falsa.

En agosto se resolverán candidaturas en nueve categorías, por así llamarlas: presidente y vicepresidente de la Nación, senadores nacionales, diputados nacionales, gobernadores y vicegobernadores, senadores provinciales, diputados provinciales, intendentes, concejales y consejeros escolares.

Tan abrumador número de competencias asegura que habrá esfuerzos múltiples por convocar a las urnas un alto número de ciudadanos, incluso en aquellos partidos para los cuales la eventual consagración de la fórmula presidencial el 14 de agosto pase a ser no más que una formalidad. Los partidos que se encuentren en esa hipótesis podrán perder algo de volumen electoral, pero lo habrán canjeado por algo acaso más importante: ganar el tiempo de que quiso privarlo el mezquino cálculo oficialista con vistas a lo que sucederá en octubre.

No se puede vociferar la voluntad de vivir una vez más en una auténtica democracia republicana, y en plenitud así del Estado de Derecho, si el ciudadano se abstiene por comodidad, o por cualquier otra anestesia moral, de involucrarse en los acontecimientos políticos en los cuales puede adquirir relevancia con el voto. Ha llegado en ese sentido el momento de que se aliste de manera activa a favor de la que considere la mejor de las opciones.

No basta con tomar distancias de lo peor.

Fuente: lanacion.com.ar

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