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Por Ricardo Roa
Si hay algo que no habría que hacer con la educación es dejarla en manos del activismo político.
La enseñanza de la política debe estar en las aulas. Lo que tiene que permanecer afuera es la tentación de reducirla al catecismo oficial. Sea de la ideología que fuese.
Y ésto es, justamente, lo que prevalece en los contenidos de la materia “Política y Ciudadanía” que se dictará en secundarias bonaerenses. Pocas veces como allí ha quedado retratado el pensamiento único kirchnerista.
Entre otras cosas dice que “tras los períodos dictatoriales y las democracias neoliberales de los 90, la política ha adquirido características como la corrupción, la farandulización y la frivolización”. Nadie podría negarlo. Como tampoco lo que le toca a este gobierno: Jaime, el recaudador presidencial Capaccioli, la valija de Antonini Wilson, el enriquecimiento astronómico del matrimonio Kirchner, las coimas en Skanska, el bolsa de Felisa Miceli y siguen las firmas. Además, Nacha Guevara, Florencia Peña, Andrea del Boca y varios etcétera con los artistas K.
Se enseñará que “en los medios de comunicación se manipula la política y los intereses comerciales adquieren más relevancia que los de la población”. Aquí también, cuando habla de los otros el kirchnerismo habla de sí mismo: la cadena de medios y de programas adictos y la creación de “Fútbol para Todos”, un instrumento con audiencia cautiva al servicio de la propaganda oficial ¿Cómo se llama esto si no manipulación?
Y una final: incluye a los escraches entre las “modalidades de participación socio-política”. Se los convalida así desde el propio Estado: el provincial también lo es. Pero todos los escraches son una forma de fascismo. Y la educación no debería ser la excusa para que entren a la escuela.
Fuente: clarin.com
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