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viernes, 11 de febrero de 2011

Hallan en una comunidad aborigen 26 chicos en riesgo de desnutrición

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Por Jesús Rodríguez

Además hay otros siete nenes internados. Ayer empezaron a trabajar 26 sanitaristas. El drama del hambre.
Unos 3.500 habitantes de las misiones Sachapera I y II y Lapacho II, en Tartagal, comenzaron desde ayer a ser asistidos casa por casa. Desde muy temprano, los primeros 26 agentes sanitarios de los cien que prometió el gobernador Juan Manuel Urtubey iniciaron una recorrida en busca de chicos que tengan diarrea, vómitos o cualquier otro síntoma de posible desnutrición. El lunes se va a completar la cantidad de agentes sanitarios y se van a incorporar diez médicos.


El Ministerio de Salud Pública de Salta montó el Plan de Inclusión para intentar contrarrestar el avance de la pobreza y la falta de atención médica en el norte de la provincia. Una situación que ya llevó a la muerte en los últimos quince días a siete nenes aborígenes menores de cinco años que presentaron signos de desnutrición aguda.

El patio de tierra y una galería con paredes de tablas y techo de chapa de la casa del cacique Antelmo, en Sachapera I, sirvió de base para dar inicio al operativo. Será así hasta tanto el lunes lleguen las diez carpas sanitarias, que serán distribuidas en varias misiones. Tartagal, 365 kilómetros al noreste de Salta capital, es una ciudad con 70 mil habitantes, de los cuales 20 mil son aborígenes de distintas etnias, donde predomina sobre todo la wichí.

“Queremos que vengan médicos de todo el país a Tartagal. Aquí hay cargos vacantes. Nos hace falta médicos que quieran venir a esta zona”, pidió Enrique Heredia, director de Medicina Social de la provincia. Los agentes sanitarios no tardaron en encontrar chicos en riesgo nutricional , que comenzaron a llegar a la casa del cacique Antelmo. Las madres, con su pobreza a cuestas y cargando a sus hijos –que el ministro de Salud, Gabriel Chagra Dib, mira por sobre los micrófonos de los periodistas–, comienzan a desvestirlos para que las enfermeras los pesen y los midan .

La agente sanitaria Alejandra Aranda completa en una libreta los datos del control del bebé wichi Jesús Rodríguez, de siete meses de vida.

“¿Su hijo tiene diarrea?” , le pregunta Alejandra a Rosa Rodríguez. “Sí. Ayer (por el miércoles) me he quedado hasta las doce de la noche en el hospital, desde la siete de la tarde que lo llevé por la diarrea.

Me le dieron suero todo el tiempo.

No me lo internaron y me despacharon a la casa”.

Sobre el mediodía ya se llevaban controlados a 130 nenes de los 156 menores de cinco años que la agente sanitaria Elizabeth Gallardo, responsable del operativo en Sachapera I, tiene registrados en su planilla. “Menos mal que ahora tengo la ayuda de mis compañeros (mira a su alrededor, las chaquetas celeste que la rodean). Para hacer este control, casa por casa, demoro tres meses”.

De los chicos controlados, 26 (el 20%) están con riesgo nutricional por diarrea y vómitos. “Con las manos sucias no se tiene que tocar el pecho y darle de mamar al bebé”, es la recomendación que se escucha a cada rato cuando una sanitarista habla con una madre wichí. Y advierten que “las manos de los chicos tienen que estar limpitas. Si se la meten sucias en la boca le van a entrar infecciones”.

Protegido del Sol por un frondoso árbol, Heredia ausculta con el estetoscopio los pulmones de Sofía Arias, una nena wichí de 2 años que sufre de parálisis cerebral. Luego, le pellizca la pancita y le explica a Eva Deolinda: “Tu hija está bien. Pero tenés que pellizcarle despacito. Mirá: juntá así la piel y si se queda casi dura inmediatamente la llevás al hospital , porque está deshidratada”.

Anoche, al cierre de esta edición, el primer parte oficial con los datos del primer día de trabajo de los agentes sanitarios aún no se había difundido. En el Hospital Juan Domingo Perón permanecían siete chicos internados (uno más que el miércoles) y tres en observación, que esperan en un pasillo junto con sus padres. “Quedan suspendidas todas las licencias”, se advierte al personal en la pizarra de novedades. Un indicador claro del difícil momento.

Fuente: clarin.com

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