Por Jacques Diouf DIRECTOR GENERAL DE LA ONU PARA LA AGRICULTURA Y LA ALIMENTACION (FAO)
Se necesitan políticas que incentiven la inversión estatal y privada, el comercio internacional justo y sin trabas y la protección del ambiente.
Estamos ante lo que podría ser otra gran crisis alimentaria . El índice de precios de los alimentos de la FAO volvió a su nivel más alto a finales de 2010. La volatilidad de los precios continuará si no se abordan las causas estructurales del desequilibrio del sistema agrícola internacional .
Ante todo tenemos la cuestión de la inversión : la participación de la agricultura en la asistencia oficial para el desarrollo que ahora se sitúa en torno al 5 % debería volver a los 19 % de 1980, alcanzar los 44.000 millones de dólares por año y volver al nivel inicial que permitió, en el decenio de 1970, evitar la hambruna en Asia y América latina.
Los gastos presupuestarios en agricultura de países de bajos ingresos y con déficit de alimentos deberían alcanzar un mínimo del 10 %; por último, la inversión privada debería ascender a 200.000 millones de dólares.
Son cifras que deben compararse con los gastos anuales en armamento , que se elevan a un billón y medio de dólares.
También está el tema del comercio internacional de productos agrícolas, que no es ni libre ni justo . Se debe llegar a un consenso en las negociaciones de la OMC para poner fin a la distorsión de los mercados y a las medidas comerciales restrictivas.
Por último, tenemos la especulación exacerbada por las medidas de liberalización de los mercados de futuros de productos agrícolas en un contexto de crisis económica y financiera. Es urgente la introducción de nuevas medidas de transparencia y reglamentación para hacer frente a la especulación en los mercados de futuros de productos agrícolas.
En un contexto climático marcado por inundaciones y sequías , es necesario poder financiar pequeñas obras de control del agua, de almacenamiento, carreteras rurales, puertos pesqueros y mataderos. Sólo de esta manera será posible dar seguridad a la producción de alimentos y mejorar la productividad y la competitividad de los pequeños agricultores para disminuir los precios al consumo y aumentar los ingresos de las poblaciones rurales, que representan el 70 % de los pobres del mundo.
Sin decisiones de naturaleza estructural a largo plazo acompañadas por la voluntad política y los recursos financieros necesarios para su aplicación, la inseguridad alimentaria se mantendrá. Ello dará lugar a inestabilidad política en cada país y amenazará la paz y seguridad del mundo en general.
Los discursos y las promesas de las grandes reuniones internacionales, si no van seguidos de hechos, no hacen sino aumentar la frustración y las rebeliones, en un planeta que pasará de los 6.900 millones de habitantes actuales a 9.100 millones en 2050.
Fuente: clarin.com
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