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por María Lapasset Secretaria Adjunta de la CTA Salta.
Recurrentemente toman estado público casos puntuales de muertes por desnutrición, ocupan...
unos días las tapas de los diarios, algún funcionario se escandaliza y promete investigar las causas, y luego… todo sigue igual. Recordemos las fotos hace algunos años de niños desnutridos en Tucumán, o los aborígenes en el Chaco, y ahora, desde siempre, los casos más recientes en Salta.
¿Porqué un país que produce alimentos para 200 millones de personas, no es capaz de alimentar a sus propios 40 millones de habitantes y exhibe la vergüenza de la desnutrición infantil? ¿Es un problema de mal funcionamiento del sistema de salud? ¿Es porque algún médico no le prestó atención o un agente sanitario no lo pesó bien?
Sin duda las raíces del problema son mucho más profundas. La desnutrición por falta de alimentos, por “falta de olla” como se dice en la jerga médica, no es un problema médico, es un problema social y político. En Salta tenemos alta incidencia de hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas, esto significa viviendas precarias, donde las familias viven hacinadas, sin provisión de agua potable, sin sistemas de eliminación de excretas, con bajos niveles de escolaridad, con muy bajos ingresos (recordemos que Salta es la provincia con mayor tasa de desocupación en el país). En estas condiciones no debe sorprender que en la provincia 1 de cada 8 niños de 1 a 5 años, sea desnutrido.
Mejorar el sistema de atención de salud, que es absolutamente necesario, solo es una pequeña parte de la solución. Las soluciones de fondo requieren atacar las causas de fondo: construir viviendas populares, sistemas de potabilización del agua, de eliminación de excretas, generar puestos de trabajo, mantener un medio ambiente saludable; en una palabra llevar adelante con convicción, políticas integrales que permitan a los indigentes, a los pobres, a los excluidos, dejar de serlo.
Mientras las soluciones de fondo llegan, debería garantizarse que cada niño en la provincia reciba el aporte nutricional necesario a través de políticas sociales de alcance universal.
El Estado es el responsable de garantizar la salud de la población, así lo estipula nuestra Constitución. Y los gobiernos deben hacerse cargo. No vemos en el actual gobierno provincial (como tampoco en los anteriores) señales de que quiera asumir esa responsabilidad. No solo en el sistema de salud, que sigue siendo caótico, sino en el resto de las aéreas que ni siquiera son tenidas en cuenta cuando se habla de desnutrición.
Como muestra del desinterés y el tratamiento totalmente superficial del tema, vale la siguiente situación anecdótica: en los primeros días de Enero del corriente año, hace un mes atrás, en una nota periodística, el propio gobernador de la provincia se ufanaba porque se habían reducido los casos de muertes por desnutrición y se había reducido la mortalidad infantil en el año 2010. Si tenemos en cuenta que ningún sistema estadístico es capaz de dar números a pocos días de finalizado el año, sino que las cifras de mortalidad demoran varios meses en completarse, tendremos una muestra de la “seriedad” con que toma el tema la más alta autoridad de la provincia. La muerte de nuestros niños cae sobre las mentiras del gobierno provincial.
El hambre es un crimen, y si los gobiernos no lo combaten, se convierten en responsables.
Fuente: argenpress.info
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