la generación y producción de alimentos para cubrir las necesidades de casi 500 millones de habitantes. Sin embargo, Argentina aún conlleva el peso de su deuda interna que desfigura ese edén de recursos palpables en el imaginario de una tierra prometida, para chocar contra un escenario de escarnio ante los niveles de exclusión, marginalidad y pobreza que se proyectan en los guarismos de estadísticas confiables, confirmados por la realidad misma.
Con la meta sustanciada en poder revertir, aunque fuere de la manera más modesta posible, tal escenario de inequidades, solapadas paradójicamente con el crecimiento registrado en el último período, en la provincia existe una organización que orienta su funcionalidad para menguar en lo posible la situación de pauperismo radicada a nivel local.
Así, el Banco de Alimentos de Tucumán (BAT) se inscribe como un proyecto social que intenta dar respuesta a la cruel contradicción de sanear la pobreza desde la abundancia. Mediante la recuperación de productos alimenticios aptos para consumo, que por alguna razón no son comercializados por la cadena de valor de la industria, se promueve la gestión solidaria de esta entidad que actualmente raparte los insumos recolectados a una población cercana a los 14 mil niños que asisten y se distribuyen entre 100 comedores radicados en varias zonas del territorio provincial.
Una tarea de todos
"Nuestra institución contribuye a reducir el hambre y promocionar el desarrollo integral de las personas, rescatando alimentos y canalizando donaciones en forma eficiente y transparente para beneficio de los que más lo necesitan", señaló a EL SIGLO, Josefina Correa, coordinadora general del BAT, entidad surgida en 2004 debido a la crisis económica y social que se abatió sobre el país en ese momento.
Como se recalcó, el modelo de gestión del Banco se basa en la recolección de mercadería que en determinadas situaciones no puede ingresar al circuito comercial ya sea porque posea una fecha de vencimiento corta, problemas en la impresión de las etiquetas, excesos de producción o stock, estacionalidad o bien el lanzamiento de nuevos productos fallidos, pese a estas vicisitudes, los alimentos pueden ser consumibles por lo que las empresas productoras de los mismos deciden su donación. "A partir de allí nosotros debemos seguir la trazabilidad del producto hasta que llega a la boca del chiquito, si perdemos ese seguimiento puede ser que el alimento se encuentre en mal estado y cause problemas de salud en el niño por lo que la culpa la tendrá nuestro donante. Tendemos a garantizar la trazabilidad y una rendición de cuentas claras para que la empresa pueda saber adónde y cuándo fue entregado el producto donado", señaló Correa.
Una vez que se cuenta con los recursos disponibles mensualmente, que oscilan los 20 mil kilos de mercadería, el BAT procede a su clasificación, administración y acondicionamiento para luego ser distribuidos, principalmente en comedores comunitarios, a los que también pueden adicionárseles hogares de ancianos y niños o bien el apoyo brindado a instituciones escolares.
Vale resaltar que para complementar y mejorar el valor nutritivo de los alimentos que rescata, el BAT suma por medio de la colaboración del sector agropecuario tucumano, un programa de donación de granos que le permite adquirir alimentos de acuerdo a las necesidades relevadas y detectadas. En este sentido, las compras realizadas a través del Programa AGRO representan casi el 60 por ciento del total de los alimentos distribuidos.
Con respecto a las entidades receptoras, las mismas son seleccionadas y evaluadas por el BAT, además de ser visitadas regularmente para verificar el buen uso de los alimentos. "Mensualmente visitamos todas nuestras instituciones con grupos de nutricionistas y asistentes sociales. Nos cercioramos que tengan los papeles al día, como por ejemplo la personería jurídica (lo que avala la existencia del comedor y garantice que no desaparecerá de un día para el otro), que tengan las instalaciones acorde como para prestar este servicio comunitario, requerimos que cuenten con baño, agua potable, una cocina con los instrumentos mínimos e indispensable (incluso si es a leña)", apuntó la coordinadora de la organización a fin de postular los criterios que se tienen en cuenta para proceder a la selección de los centros a los que asisten.
Límites del asistencialismo
Otro de los aspectos a destacar, está basado en que el BAT no regala los alimentos sino que solicita una donación simbólica (50 centavos) a los comedores por cada kilo de alimento entregado. Tal monto, por un lado, genera la idea de valor de lo que se recibe y por el otro lado, permite sostener los gastos operativos del Banco. De esta forma, lo que se recibe es aplicado a la compra de productos, la financiación de proyectos de educación, la asistencia sanitaria y el asesoramiento en nutrición. Sin embargo, hay otras necesidades que aún deben paliarse, como la incorporación de un medio de transporte para la búsqueda e intercambio de la mercadería, recursos para financiar otros tipos de proyectos, mejorar el equipamiento operativo, poder montar una cámara de frío en las instalaciones del BAT con el objeto de recibir como donación productos cárnicos y, sobre todo, se requiere de la participación ciudadana mediante el voluntariado para realizar las tareas inherentes a la actividad.
Este último tópico refiere a la búsqueda de personas con vocación por la cualidad social y benéfica que establezcan visitas a las instituciones receptoras para evaluar su desempeño y recabar información, para ello se le solicita al voluntariado solamente la disposición de 12 horas anuales para llevar a cabo el cometido.
Entre los alimentos que mayormente son requeridos, de acuerdo a su nivel nutricional, figuran: leche, huevo, fideos, arroz, tomate, maicena, sal, azúcar, aceite y lentejas. En cuanto a raciones frutihortícolas, la institución posee un sector en el MERCOFRUT donde rescata frutas y verduras que no pudieron ser comercializadas a lo largo de las jornadas. Asimismo, el BAT (al formar parte de la Red Argentina de Bancos de Alimentos, presente en 14 provincias) efectúa un intercambio de mercadería con las otras dependencias, de este modo, Tucumán es dador de azúcar y recibe como contrapartida, yerba de Corrientes, harina de Tandil, dulces de Mendoza y alimentos varios desde Buenos Aires.
Cuando fue consultada sobre la situación de vulnerabilidad social que presenta la provincia y que pudo apreciar en sus recorridos para hacer entrega de las donaciones, Josefina Correa señaló que: "Cuando se camina por los alrededores de Tucumán puede observarse la pobreza latente. Los basurales son un panorama desalentador y desgarrador, justamente allí es donde se ha levantado uno de los comedores al cual ayudamos. Hay una falta de recursos total, gente que no tiene nada y subsiste simplemente por la ayuda de personas particulares". Al respecto, consideró menester implementar una revisión de las políticas sociales que se han tipificado para "potenciar lo que está funcionando y subsanar las fallas. Como siempre, lo imperante es la desigualdad en la distribución, son muy pocos a los que les toca la repartija de los subsidios y los planes. Hay casos en que en verdad se merecen un beneficio por su trabajo pero que no tienen a nadie que pueda ayudarlos, que dependen puntalmente del Banco de Alimentos", adujo.
En torno a este punto, Correa deslizó una suerte de reflexión frente a una de las consecuencias no deseadas que se desprende de un excesivo asistencialismo hacia lo sectores marginados y la población que los integra, pues: "Los vemos muy cómodos porque muchas veces el gobierno les da todo servido, con los subsidios y planes, por lo que se achanchan y eso es lo que transmiten a los chiquitos. Nosotros, con distintos cursos y capacitaciones, tratamos de hacer que se interesen en otras cosas, que tengan su propia salida laboral", manifestó. Como ejemplo de ello es dable resaltar que se diseñaron y pusieron en práctica proyectos de educación y desarrollo en los comedores asistidos, donde se concretaron programas de hábito nutricional y alimentario, cursos de dulces y conservas, emprendimientos en panificación (uno de los comedores ya posee su propia panadería), como así también talleres en higiene y salud bucal.
Finalmente, desde el BAT se rescató el fin primordial de la entidad al "asumir la responsabilidad de ser agentes de cambio con el objeto de lograr una sociedad con una calidad de vida mejor. Todo nuestro sistema se basa en la solidaridad, la transparencia, el compromiso y la confianza de todos los participantes de este puente virtuoso entre los que pueden dar y los que necesitan recibir".
Frutos de una labor benéfica
* Desde el año 2004, los Bancos de Alimentos a nivel nacional distribuyeron cerca de 24 millones de kilos de alimentos, lo que representan casi 100 millones de platos de comida que contribuyen al desarrollo de 170.000 personas, en su mayoría niños que viven en situación de indigencia.
* El BAT cuneta con 100 comedores repartidos en Las Talitas, Famaillá, San Miguel de Tucumán, Concepción, Aguilares, Los Ralos, Tafí Viejo y Yerba Buena.
* Del saldo promedio de 10.000 kilos mensuales donados por el agro, 4.000 son distribuidos de manera directa a los comedores; 2.000 kilos son transformados en dulces; mientras que otros 3.000 kilos son utilizados como intercambio con otros bancos de alimentos del país.
* Por cada tonelada de granos donada, 2.000 chicos pueden nutrirse a base de productos lácteos. Ya que una tonelada equivale a 61,42 kilos de leche en polvo o bien 430 litros de leche líquida. Por cada litro, 5 chicos acceden a una ración del producto, lo que hace un total de 2.150 niños que reciben este complemento nutricional.
* En la última campaña "Sume 1+ a su mesa" realizada en 21 supermercados de la provincia, dieron si colaboración 426 voluntarios. Se recolectaron 8.417 kilos de alimentos lo que equivale a 33.668 platos de comida.
* En 2009, el riesgo alimentario en niños de 0 a 17 años era del 27,9% según la UCA.
Fuente: elsigloweb.com
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