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La extensión y severidad del problema de la pobreza tiene su faceta más dramática en los miles de...
desnutridos que hay en el país, muchos de ellos expuestos a la muerte por la desidia de las políticas en curso.
A nueve años de la crisis de 2001, se siguen registrando muertes por deficiencias nutricionales, lo cual da cuenta tanto de fallas de los servicios sanitarios y asistencias de las jurisdicciones provinciales y de la Nación, así como de uno de los desafíos más urgentes para el Estado y la sociedad.
Los chicos y los aborígenes son los más afectados por la desnutrición. Y en Misiones y Salta se han producido casos recientes de mortandad, y también se expusieron omisiones, manipulaciones informativas y fallas de las autoridades.
Los aborígenes se hallan en una situación de especial vulnerabilidad, debido a los problemas de alimentación que presentan muchos pueblos originarios por cambios en el régimen productivo, por alteraciones en el ecosistema y, sobre todo, por la persistencia de un abandono y maltrato institucional.
La distorsión de las políticas asistenciales, expuestas al uso clientelar, la corrupción y la desidia, no puede ser suplida por los manifiestos esfuerzos solidarios de la población y de las organizaciones sociales y exige una mayor transparencia y compromiso de parte de las autoridades en la lucha contra el flagelo del hambre. Sólo un mal empleo de los resortes públicos explica que en nuestro país, productor por excelencia de alimentos y exportador de materias primas, se sigan registrando muertes por hambre.
Siguen registrándose muertes por desnutrición en el país, un problema severo que delata las falencias de las políticas sanitarias y asistenciales.
Fuente: clarin.com
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