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viernes, 22 de octubre de 2010

El censo que oscila entre el descrédito y la inseguridad

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Por Pablo Tomino


Conviene reiterarlo: una buena parte de los vecinos de la ciudad...
 de Buenos Aires y del conurbano, golpeados por la cotidiana delincuencia, tienen cierto temor de recibir en sus domicilios a los censistas, inseguros de que alguna trampa los ubique frente a una situación inesperada. Era previsible: el próximo miércoles, cuando se realice el censo nacional de población en todo el país, los habitantes del distrito metropolitano tomarán mayores recaudos para mitigar esa razonable duda.


Si bien el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), organismo del gobierno nacional encargado de coordinar el operativo de esta compulsa, ofreció garantías al disponer de todas las fuerzas de seguridad en la calle y de la utilización credenciales "inviolables" para los censistas, los vecinos miran de reojo. ¿Cómo saber si no estarán delante de un "cuento del tío" a la hora de llenar el formulario?

Nada parece convencer todavía al ciudadano dubitativo para abrir la puerta de la discordia: ni 16.000 policías de la Policía Federal que estarán en la calle ni los otros tantos efectivos de la bonaerense; tampoco una "segura" credencial del censista que, en teoría, no podrá ser falsificada. Hay vecinos que atenderán a los censistas por el portero eléctrico y otros tantos, más aprensivos, que no le abrirán. Esta situación llevó a las ligas de consorcistas a instar a que reciban a los encuestadores en los palieres de los edificios. De hecho, el Sindicato Unico de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (Suterh) ha instruido a sus afiliados, los encargados de edificios, acerca de su responsabilidad de atender a los encuestadores, de identificarlos y de ser el nexo propicio con los vecinos. Ideal, en los papeles, claro, pero no tan viable en la práctica, ya que no todos parecen haber tomado debida nota de sus nuevas tareas en un día no laborable, aunque ya está previsto que se les pague por ese "trabajo" adicional.

Hay que tener en claro que la ley no obliga al propietario a dejar pasar al censista a su domicilio ni a mostrar documentación personal ni a entregar datos privados de su familia. Desde el Indec, en cambio, dicen que será el censo más exitoso de la historia.

No sólo el temor a la inseguridad opaca el relevamiento nacional. A ello se suma el descrédito por el que transita el Indec, un organismo sospechado de manipular los índices de la inflación en la Argentina. ¿Es confiable el Indec? Cualquier sondeo popular demostrará que no tanto. Y por aquí merodea la otra razón por la que el ciudadano no se siente comprometido con este acto administrativo tan importante para tomar una fotografía del país y diagramar futuras políticas de acción, tanto públicas como privadas.

De hecho un crítico informe sobre el desarrollo del censo elaboraron algunos de los 82 técnicos y profesionales del Indec, desplazados en esa institución desde 2007. En el escrito, que presentaron a autoridades de la UBA, muestran algunas fallas que atribuyen a esta compulsa. Sostienen que no se hicieron con antelación las tareas de relevamiento, que hay falencias en la preparación de los operativos y errores en los diseños de los cuestionarios y que habrá datos importantes que fueron directamente omitidos, como los relacionados a tipo de educación o graduación de los universitarios.

Indiscutible es la importancia de contribuir a dar esa respuesta, estemos más o menos confiados, inseguros o descreídos. No es positivo que este imprescindible relevamiento altere los ánimos de la población a punto de enviar miles de cartas de lectores y de e-mails, dejar mensajes en las radios y expresar desconfianza en cuanta charla de café se concreta. Pero, como se dijo, la lógica de esas incertidumbres no es caprichosa: el ciudadano se ha puesto a la defensiva, tanto por la reiteración de los delitos graves que acechan -con infinidad de muertes a manos de la inseguridad-, como también por un índice inflacionario que es mucho menor a lo que la realidad impone en las góndolas.

¿Cuándo hará el gobierno nacional un relevamiento serio sobre la delincuencia que aqueja al país? ¿Cuándo recogerá datos auténticos sobre la economía que tanto castiga el bolsillo? Esas y otras preguntas, ausentes en el censo, pero de fácil respuesta, deberían marcar hoy la agenda política de un Estado que no hace lo suficiente para encarar soluciones satisfactorias. Tampoco, para revelar dónde estamos parados.

Fuente: lanacion.com.ar

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