Mª LUISA BLANCO ROCA - El clientelismo político y el individualismo dominante han marcado su huella.
Han dificultado que los centros cívicos municipales sean realmente espacios de participación, de pluralismo democrático y de ciudadanía colaborativa, comprometida con su barrio y con el desarrollo social de la ciudad.
Desde 1994, año en el que Emilio Mayoral y su equipo aprobaron una norma de uso y gestión para los centros cívicos y locales sociales municipales, y hasta ahora, ni se había aplicado, ni se había trabajado desde el Ayuntamiento para que los centros cívicos fuesen espacios de uso público colectivo. Dichos espacios deberían ser gestionados desde unas juntas gestoras, en las que pueden integrarse representantes de todos los colectivos de cada zona. Ahí se podrán enton-ces recoger y articular las demandas, y dar respuestas comunitarias a las necesidades socioculturales del entorno, con el asesoramiento y el apoyo municipal.
Ello no es fácil en la cultura dominante, individualista y partidista, que hace primar los intereses particulares. Existe por parte de algunas asociaciones el deseo de disponer y administrar su propio espacio -"privado"-, utilizar un espacio público para su uso particular, sin compartirlo y sin contar con el interés general y con el resto de organizaciones y asociaciones de ese entorno. Es lo que se ha fomentado desde una política clientelar. Ésa no es nuestra apuesta política y social.
Como pueden surgir conflictos de intereses y existe falta de experiencia es por lo que la ordenanza en vigor habla ya del papel mediador de las Juntas de Distrito. A nosotros esto nos parece importante, pero no suficiente. Para este grupo de gobierno en general y para la Concejalía de Participación Ciudadana en particular, los centros cívicos deberían ser escuelas de ciudadanía y de democracia, donde se trabajen de modo constructivo las diferencias, se escuchen y valoren todas las iniciativas y las propuestas, y así, desde el diálogo, el reconocimiento de las diferencias y de las diversidades, puedan nacer los programas y las actividades del centro, que deberían estar siempre en directa conexión con las potencialidades del desarrollo humano y social del barrio y de la ciudad.
Los representantes de las asociaciones deberían formar parte de las juntas gestoras de los centros cívicos y locales sociales. Es por ello por lo que las organizaciones sociales de la zona van a poder disponer de prácticamente todos los espacios de manera compartida y, sobre todo, van a poder participar directamente en su gestión y en la organización de los objetivos y de las diversas actividades que de ellos se deriven. Aunque con la misma filosofía de fondo la actual Ordenanza diferencia a los centros cívicos de los locales sociales. En este último caso los gastos corrientes y el mantenimiento deben ser asumidos por los propios colectivos.
Pretendemos no hacer dejación de la responsabilidad pública y, en coherencia con el resto de los objetivos de nuestro Proyecto municipal de "Participación y Desarrollo Social", seguimos apostando por otra cultura, la del proyecto colectivo, la de la cogestión y la de la participación ciudadana. Todo ello requiere acompañamiento profesional y formación participativa. A ello hemos dedicado el 50 % del presupuesto de la Concejalía de Participación Ciudadana.
No es fácil erradicar viejos hábitos. Los cambios suponen resistencias y es normal que aparezcan, sobre todo cuando las expectativas han sido otras y no se han ofrecido oportunidades para la reflexión compartida por un cambio hacia valores más colectivos y comunitarios.
En el mes de julio, en los cinco Consejos de Participación Ciudadana de Distrito, los representantes de todos los colectivos asociativos de la ciudad estuvieron a favor de esta línea de trabajo y de la propuesta de centros cívicos comunitarios y consensuaron la creación de una Comisión Temática. Se trata de partir del reglamento vigente sobre centros cívicos y, de modo participativo, estudiarlo, actualizarlo y proponerlo a los órganos municipales. Paralelamente estamos construyendo nuevas experiencias y estudios en este campo.
Invitamos a los colectivos a participar en la Comisión Temática y a sumarse a los grupos de trabajo que se abrirán para debatir el nuevo reglamento que abordará el uso y gestión de estos recursos.
Sabemos que para avanzar en democracia participativa necesitamos órganos, espacios, normas, proyectos comunitarios, etc. Pero, sobre todo, necesitamos apertura y compromiso para que, entre todos y todas, sin dejar de reconocer las dificultades y los límites, vayamos aprendiendo y experimentando que es posible otra forma de construir la democracia, la política y la sociedad.
Fuente: laprovincia.es
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