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El Día del Estudiante, con un saldo inédito de hechos de violencia, heridos y detenidos, ha puesto...
a la luz tendencias perturbadoras que afectan a toda nuestra sociedad pero que impactan con especial gravedad sobre el presente y el futuro de los jóvenes.
En Palermo, el epicentro de los festejos, se constató un desplazamiento de los rituales clásicos en torno a la música y el deporte por la droga y el alcohol, sustancias que fomentaron el descontrol y la agresividad. Justamente, el nivel de violencia que se registró es un indicador del clima social presente y, sobre todo, una advertencia sobre el futuro. Se trató de una constatación de la degradación cultural, del embrutecimiento y del debilitamiento de los vínculos de respeto.
La crisis de la educación, así como también la herencia de los hogares disueltos y las vidas vapuleadas de los padres, tienen una influencia determinante en la edificación de las personalidades de los chicos.
Los hechos de Palermo y otras expresiones de la violencia juvenil son reflejos de la marginalidad y la exclusión social, de la impotencia e impericia de hogares e instituciones que no están siendo capaces de comunicar límites, legitimar reglas y autoridades, construir expectativas en base al estudio, el esfuerzo y el respeto.
El Día del Estudiante deja así una preocupación que interpela a la familia, al Estado y a la política, ya que está en cuestión el lazo social y la calidad del orden colectivo en el futuro del país.
La violencia en Palermo, el Día del Estudiante, puso de manifiesto tendencias perturbadoras que afectan a toda la sociedad y que interpelan a la familia, el Estado y la política.
Fuente: clarin.com
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