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La huelga de 48 horas de los docentes de la Ciudad de Buenos Aires, se da en el contexto...
de una grave crisis de la educación pública, provocada por la falta de políticas estatales y reforzada por la reiterada alteración de los cronogramas escolares provocados por la conflictividad gremial.
El lugar de la educación en las políticas públicas es una de las diferencias más notables entre el primer Bicentenario de la Revolución de Mayo y el actual, ya que a comienzos del siglo veinte la Argentina comienza a cosechar los resultado de la estrategia de Sarmiento por la cual la instrucción pública, laica y gratuita llegó a convertirse en una herramienta clave para el progreso personal y colectivo. El prestigio social que recibían figuras como las maestras y los profesores se articulaba al orgullo de portar el guardapolvos blanco, emblema de la igualdad en las aulas y de la democratización del acceso a la educación. Así, Argentina alcanzó los niveles de escolarización más elevados de la región, lo cual permitió extender la educación universitaria y el sistema de investigación y desarrollo.
Si las primeras señales de crisis del sistema público de educación se presentaron, según los expertos, en la década de 1960, las diversas rupturas del orden constitucional crearon condiciones adversas para alcanzar un diagnóstico y cambios serios. Ya en democracia, se registró un intento valioso, a través del Segundo Congreso Pedagógico Nacional realizado en 1988, pero las reformas que se impusieron en la década siguiente poca relación guardaron con las necesidades y recomendaciones. Además, se fue agravando el problema del financiamiento educativo, con las consiguientes proyecciones en los salarios docentes y en la infraestructura escolar.
Los paros, especialmente al inicio de cada ciclo lectivo, se han naturalizado, al igual que la baja de exigencias disciplinarias y de calidad educativa. Así, la escuela pública fue perdiendo su capacidad transformadora y hoy contribuye a sostener y expandir la inequidad social, ya que ha ido creciendo la matriculación de las escuelas privadas.
En las últimas evaluaciones internacionales de calidad educativa, Argentina cayó por debajo de la mayoría de los países de la región. No hay indicios de mejora porque no se han implementado cambios sustantivos y no se ha trabajado seriamente en revertir esta situación. Tampoco se han cumplido metas tan básicas como el dictado de 180 días de clase y el aumento del número de escuelas de doble jornada. Las falencias de la calidad educativa son especialmente notables en matemática y ciencias naturales, lo cual incidirá en el futuro del sistema científico en nuestro país. La enseñanza de un segundo idioma sigue siendo mala en las escuelas públicas, lo cual también deja a sus alumnos en condiciones desventajosas. La capacidad de lectura y comprensión de los textos ha bajado estrepitosamente. Así, la medición de calidad realizada por el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) coloca a la Argentina entre los países con peor rendimiento.
Sí, en cambio, se promueve el reparto de netbooks en las escuelas, creyendo que de ese modo se revertirá el atraso. Lo cierto es que, como ya se advierte en las provincias donde han llevado esas máquinas, muchas veces no pueden utilizarse por las faltas de infraestructura y personal idóneo.
Con matices, esta misma realidad es compartida en las diversas jurisdicciones del país y en todos los niveles educativos, incluyendo el universitario, y exige responsabilidad estatal y gremial para revertir el deterioro educativo.
La larga y grave crisis del sistema de educación pública no se resolverá a través de tomas y huelgas, sino mediante la formulación de políticas públicas básicas, que alcancen un debido consenso y que cuenten con los recursos adecuados. La situación actual agrava el cuadro de inequidad, dejando a los chicos provenientes de los hogares más pobres en una situación de vulnerabilidad.
Fuente: clarin.com
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